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FÚTBOL

Una carambola para salir del lío

Un gol de Ibrahima le basta a Osasuna para imponerse a una Real Sociedad apática

GORKA PÉREZ

Con un remate en la tercera banda de la carambola, tras dos rechaces consecutivos de Bravo, y un regalo del poste. Así, de una manera insistente que delata la parsimonia de una defensa despegada, la de la Real Sociedad, se llevó Osasuna un partido templado, que dejó más frío que calor a su paso.

Con el lazo desabrochado ninguno de los dos quiso hacerse con el balón, en parte porque no les resulta una premisa del todo necesaria en el engranaje de producción. A Osasuna le basta con acercar el balón a la madriguera para tratar de que reconocido el camino este termine dentro, y a la Real se le escapa que para que algo madure es necesario plantarlo antes. Sin el rastrillo y el convencimiento de por medio se movía el partido entre rechaces y balonazos, encuentros a medias tintas y soluciones de urgencia.

OSASUNA, 1-REAL SOCIEDAD, 0

Osasuna: Andrés Fernández; Marc Bertrán, Lolo (Rubén, m. 41), Flaño, Satrústegui; Cejudo (Raoul Loé, m. 82), Puñal, Nekounam, Ibrahima; Raúl García y Nino (Lamah, m. 77). No utilizados: Riesgo, Raitala, Timor y Manu Onwu.

Real Sociedad: Bravo; Estrada (Llorente, m. 76), Ansotegi, Demidov, De la Bella; Xabi Prieto, Elustondo (Aguirretxe, m. 66), Aranburu, Zurutuza; Vela e Ifrán (Griezman, m. 63). No utilizados: Zubikarai, Cadamuro, Mikel Gónzalez e Illarramendi.

Goles: 1-0. M. 13. Ibrahima, de disparo raso.

Árbitro: Teixeira Vitienes II. Amonestó a Raúl García, Puñal, Marc Bertrán, Flaño, Satrústegui y Elustondo.

Reyno de Navarra, unos 19.000 espectadores.

Así, con el balón botando cada vez más alto, durante el primer cuarto de hora era raro ver el balón rodando más de metro y medio por el césped, y con el suelo abandonado, no había discusión, porque no había dos partes para discutir. Lo mismo trataba de dominarlo uno, que se lo entregaba al otro a la espera de que la iniciativa fuera en realidad una condena. En medio del círculo dos viejos conocidos, Puñal y Aranburu, trataban de recordar su función de semáforo, aunque el tráfico aéreo se les escape a ambos de las manos.

Pero si de algo adolece la Real es de una pérdida de filtro a la hora de marcar por donde no deben producirse las pérdidas. Así llegó el gol de Ibrahima, que remató hasta en tres ocasiones ante Bravo, para conseguir batirle por bajo en la tercera banda de la carambola. Un gol que reflejaba la consistencia de un equipo subido a una fe que mueve cordilleras.

El gol, lejos de producir un cambio de moneda en la Real, mantuvo la idea inicial en la que tan solo Vela parece subsistir. Dentro del planteamiento de Montanier pocos jugadores cuentan con un cinturón flexible que les libere de las zonas de pelea. Por eso funciona adelantando bloques y no marcas lo que provoca un comportamiento al unísono, para bien o para mal.

Trató de adelantar su línea la Real pero dejó al descubierto las vergüenzas. Algo que de lo que se aprovechó Nino, devorador de kilómetros que pagó, sin embargo, en su duelo con Bravo. Solo ante la necesidad de complicar el embalse navarro, tiró Montanier, penalizado ante la afición por sus planteamientos reservados, de la frescura de Griezman y de la corpulencia de Aguirretxe.

No varió demasiado el comportamiento general del conjunto realista, ya que por alto los navarros marcan un peaje demasiado caro. Protegido el nido, se vendió al contragolpe, una opción igual de peligrosa. Ganó en presencia en el área rival la Real que se chocó contra una barrera más moral que física. La que marca un equipo que no se despide del tren de Europa porque lo lleva viendo tanto tiempo que no se ha planteado dejarlo escapar.

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Sobre la firma

GORKA PÉREZ
Es redactor de la sección de Economía y está especializado en temas laborales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en Cadena Ser. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster en Información Económica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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