El Atlético recobra la figura
En un segundo acto de fiereza, con más pegada que fútbol, el equipo rojiblanco desfigura la obra de arte inicial del Málaga y aprieta las opciones de ‘Champions’
Se corrigió a tiempo el Atlético para recobrar la figura y destartalar la obra de arte que compuso el Málaga en el primer acto. Le alcanzó con un apretón, algo de puntería y un fútbol directo, sin demasiada pausa pero con la fiereza que se le exige, toda vez que nunca se sabe qué versión desplegará, si la del toque o la del choque. Un tiempo, dos goles y una victoria que fue más que un hachazo para el Málaga, que tuvo en sus manos ser equipo de Champions y aplazó una jornada la resolución. Opciones de nobleza también le quedan al Atlético, que aguarda al último duelo liguero —tendría que ganar al Villarreal a domicilio y que el Málaga no venciera al Sporting en casa—, pero que se aseguró depender de sí mismo para ser burgués (Liga Europa) el año que viene.
ATLÉTICO, 2 – MÁLAGA, 1
Atlético: Courtois; Juanfran, Miranda, Godín, Filipe Luis; Mario (Koke, m. 57), Tiago; Salvio (Domínguez, m. 92), Diego (Arda Turan, m. 74), Adrián; y Falcao. No utilizados: Asenjo; Manquillo, Assunção y Oliver.
Málaga: Kameni; Sergio Sánchez, Demichelis, Weligton, Monreal; Camacho, Cazorla; Joaquín (Seba, m. 70), Isco, Eliseu (Duda, m. 81); y Rondón (V. Nistelrooy, m. 70). No utilizados: Rubén; Gámez, Recio y Portillo.
Goles: 0-1. M. 38. Eliseu suelta un zapatazo desde el borde del área. 1-1. M. 69. Koke aprovecha un despeje de puños de Kameni. 2-1. M. 79. Adrián resuelve una contra.
Árbitro: Muñiz Fernández. Mostró la cartulina amarilla a Mario, Tiago, Weligton, Arda, Koke, Salvio y Sergio Sánchez.
Vicente Calderón. 45.000 espectadores.
Acostumbrado en cierto modo a gobernar los duelos, a conjugar la pelota ante las carreras del rival, el Atlético se topó en el Calderón con un contrario apuesto, de los que se ordenan y definen a partir del cuero, que no les hacen ascos a la posesión y que se pronuncian con virulencia en campo ajeno. Tiene ya el Málaga el cuajo que reclamaba Pellegrini, siempre con su ideario diáfano: movilidad de los trescuartistas, casi todo el fútbol por el interior, un delantero centro rematador, empacho de balón y juego de posición al cuadrado. Orquestados por Cazorla —paso corto; pase largo—, Isco se manejaba con soltura entre las líneas, Joaquín quebraba la cintura de Juanfran a la que le medía su perfil malo, Eliseu asustaba con zapatazos y Rondón trataba de poner el lazo final, solo negado por Courtois. Así, el meta sacó las manoplas ante un puñetero disparo de Joaquín —de esos que botan antes de la portería en césped mojado—, escupió un remate de Rondón y anuló otro de Cazorla. Pero nada pudo hacer ante el latigazo de Eliseu, desde el balcón del área, demoledor y que le cuchicheó al palo antes de besar la red.
El Atlético, sin embargo, es inconformista desde que llegara Simeone, reacio a dar las derrotas por sentadas. Se desperezó en el segundo acto; algo habitual porque llega donde llega al jugar siempre los mismos. Pasó de ser dos manos a 22 botas. Más balón, más presión avanzada y más disparos. Más vida, más fútbol; más Atlético. Más de todo. Y, por una vez, la buena cara repuso a tiempo a la mala. Pero fue un susto de órdago.
Los de Pellegrini rehusaron mantenerse en sus trece, en su juego apuesto
Decidió Simeone recoger el carrete de nuevo con Arda Turan, entrecortado cuando firma dos duelos exquisitos. Lo padeció el Atlético, que careció del último pase, de la intención de personificarse en campo ajeno. Tiró sin éxito del otro fútbol que dice Simeone, ese que rechina con el escudo del Atlético, que persigue subir la cremallera y tirar el contragolpe, quizá alguna acción a balón parado, como mucho una segunda jugada de chiripa. La propuesta, en cualquier caso, no encontró eco frente al Málaga, que se resistió a meter la pierna en las zonas peligrosas para restar opciones de jugadas a balón parado. Pero sí que funcionó de forma ocasional porque tiene intérpretes tan explosivos como resolutivos. Sobre todo Adrián, fiado en exceso a su regate, pero sensacional al prolongar esa contra que catapultó Filipe Luis. Su pase final, sin embargo, no acertó a completarlo Falcao, que le dio con el tobillo, medio trastabillado, torcido.
La voluntad del Atlético, sin embargo, desdibujó en el segundo acto al Málaga, que no pareció cómodo con la batalla, que rehusó mantenerse firme en sus trece, en su juego. Así, aunque el equipo rojiblanco no removiera el cuero, le bastó con presentarse en el área rival. Diego la tuvo con un disparo desviado. Falcao tampoco supo atinar en el suyo. Pero sí lo hizo Koke, que, a la salida de un córner y tras un ingenuo rechazo de Kameni con los puños, envió el balón a gol.
La irreverencia rojiblanca se expresó en una jugada de tres toques que terminó en gol
La efervescencia del Atlético, irreverente cuando menos se le espera, se expresó en una jugada terrible. Sacó en largo Courtois, peinó Falcao y Adrián, que buscó la espalda de los zagueros, definió a la red. Tres toques que azuzan al equipo antes de la final de la Liga Europa del miércoles ante el Athletic, que abren un resquicio a la esperanza de la Champions al tiempo que se la restan al Málaga.
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