“Tengo que jugar al límite de mis posibilidades”
Nadal gana 6-3 y 6-4 a Simon y buscará el título ante Djokovic, que le ha ganado las siete últimas finales
Antes de derribar 6-3 y 6-4 al francés Gilles Simon y de citarse el domingo (14.00, Tve-1) con el serbio Novak Djokovic (4-6, 6-3 y 6-2 al checo Berdych) en la final de Montecarlo, Rafael Nadal ya ha visto algo que interpreta como un peligro. Pasa el jueves. Llueve en el Principado. El español baja al vestuario y se encuentra con el ucraniano Dolgopolov y con Nole. Los dos tenistas esperan a que escampe para proseguir su duelo de octavos. El mallorquín se entera entonces de que el serbio ha perdido a su abuelo. Le da un abrazo. Le transmite su pésame. Le ve ganar el partido, y concluye: “Es una demostración de fuerza mental”.
Desde el miércoles no hay tenis pero sí victorias en la cabeza del número uno. Sus partidos se estremecen al ritmo de sus desconexiones y, faltos de orden, acaban sometidos por su talento. Nole disputa su 45ª final contra un contrario al que ha derrotado en los siete pulsos previos, privando al español, entre otras cosas, de sumar tres grandes (Wimbledon, Abierto de Estados Unidos y Abierto de Australia). Nole tiene dominado psicológicamente a Nadal, al que en enero le ganó en Melbourne la final grande más larga de la historia (353 minutos) tras ir break abajo en el quinto set. Y Nole, además de tener más opciones técnicas que el español (su saque es más variado; muerden más su increíble resto y su revés), cuenta ahora con una ventaja física: el mallorquín, que ante Simon levantó siete bolas de break, llega al duelo tras 15 días sin entrenarse, renqueante de una tendinitis en la rodilla izquierda.
Nadal es el jugador a batir en tierra Novak Djokovic
“Tengo poco que perder”, argumentó en Teledeporte Nadal, una frase más en la guerra psicológica que le enfrenta con el serbio. “Para mí es todo a ganar porque he perdido con él las siete u ocho últimas veces que hemos jugado”.
"Pero él es el jugador a batir en tierra", le contestó Djokovic, que tampoco quiso la presión del favorito. "Es el mejor de la historia en esta superficie. Soy consciente de que no me puedo permitir altibajos".
Hay un asunto que presiona especialmente el español. Montecarlo, donde se ha impuesto siete veces seguidas y solo ha cedido un encuentro (2003), es su jardín. Con Roland Garros, el torneo que mejor se adapta a su juego porque la lentitud del piso le permite cubrirse el revés con la derecha o atacarlo con más tiempo. En esas circunstancias, una nueva derrota ante Djokovic le dejaría sin argumentos para el optimismo cuando vuelva a enfrentarse al número uno.
“Voy a intentar jugar un partido concentrado, yendo al límite, al límite de mis posibilidades”, avisó Nadal. “Debo jugar agresivo, sólido, y que él no tenga un gran día. Quizás es un poco pronto para mí, porque mi preparación ha sido un poco corta. Estar en la final es ya un gran resultado”, se despidió el mallorquín, que aún domina 16-14 sus enfrentamientos con el serbio pese a no sumar ningún triunfo desde 2010.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.