Reconstruyendo a Tiger
Hace 15 años, Woods ganó su primer grande y revolucionó el deporte y el modelo de golfista.- Hoy ha reinventado su juego para volver a ser el mejor
La historia moderna del golf tiene nombre, lugar y fecha de nacimiento: Tiger Woods, Masters de Augusta, 13 de abril de 1997. “Ese día cambió el golf”, resume Constantino Rocca. El italiano fue la pareja de Tiger en las dos últimas vueltas de aquel grande, así que vio de cerca cómo nacía el mito hace ahora 15 años. “Ya nada volvió a ser lo mismo. Simplemente, fue la revolución. Un chico de color que ganaba así su primer grande. Nunca se había visto nada igual. Unía un inmenso talento a una potencia descomunal. Y, sin embargo, lo más impresionante no era nada de eso, sino su mentalidad, su concentración, la positividad de su juego. A partir de entonces se jugaba por el segundo puesto”.
Tiger ganó el Masters del 97 con 18 golpes bajo par y el mayor margen de la historia respecto al segundo clasificado, 12 impactos ante Tom Kite. Fue el ganador más joven en Augusta, con 21 años y 104 días. Ambos récords siguen en pie. En aquel torneo, Tom Watson fue cuarto; Bernard Langer y Fred Couples, séptimos; Chema Olazábal, 12º; Jack Nicklaus, 39º. Y Gary Player, Severiano Ballesteros y Arnold Palmer vieron la exhibición de Woods sin pasar el corte. Fue el primero de los 14 grandes de Tiger, a cuatro del récord absoluto de Nicklaus. Una cuenta que se paró en 2008 y que Woods quiere retomar desde este jueves en Augusta, uno de sus campos fetiche (un tercio de sus títulos los ha ganado en solo cuatro recorridos).
En 1997 destacaba por su potencia, por su talento y por su enorme confianza
Si 1997 fue la explosión, la chispa se había encendido dos años antes. En 1995, Olazábal, defensor de la chaqueta verde, salió a jugar con el campeón de Estados Unidos amateur. Entonces le llamaban Eldrick Woods —Tiger es como le llamaba su padre en honor a un antiguo compañero del ejército—. Pero ya brillaba con luz propia. “En el 95 era un alambre, superdelgado, con poco cuerpo pero con una pegada enorme y una flexibilidad monstruosa”, recuerda Sergio Gómez, el representante de Olazábal. “Asustaba a todos. Chema acabó por no mirarle, porque daba miedo cómo le daba a la bola. Le pegaba como una mula, pero claro, no todo era pegar… Hizo modificaciones, y en el 97 era imparable. Impresionante. Se salió de los límites. El chico parecía decir: ‘Si no he nacido para presidente de Estados Unidos, seré el rey del golf’. Se convirtió en un rol modern, un modelo. Los jugadores empezaron a ir al gimnasio, a cuidar la alimentación, el descanso. Surge una nueva generación de golfistas, con dedicación plena. Antes eran cuatro locos los que echaban horas y horas: Seve, Langer… Tiger fue un antes y un después”.
Hombre-recórd
- Tiger Woods ha ganado 14 grandes, a cuatro del récord de Jack Nickalus. Suma cuatro Masters, cuatro Campeonatos de la PGA, tres Abiertos Británicos y tres Abiertos de Estados Unidos.
- El californiano acumula 72 títulos en total en el circuito norteamericano, solo uno menos que Jack Nicklaus. Sam Snead lidera esta clasificación con 82 victorias.
- Tiger es el primer deportista de la historia en llegar a los 1.000 millones de dólares en ganancias. Ha superado así a Michael Jordan y a Michael Schumacher.
- Nadie ha estado más semanas como número uno del mundo (623 en total, 281 de manera consecutiva). Actualmente es el número seis de la clasificación.
Hay deportistas cuya importancia va más allá de sus logros. Si la televisión de Estados Unidos se enamoró del golf fue por Arnold Palmer, y ya se sabe que Ballesteros acabó con el complejo de inferioridad europeo. Tiger cogió el deporte de la mano y lo llevó a la modernidad. “Todo cambió en el 97. No solo la forma de los golfistas de enfocar el deporte, sino todo los demás, las audiencias, patrocinadores, premios…Tiger cambió ese año el planeta golf. Lo hizo evolucionar. Dar un paso adelante. Pasó de ser el juego del golf al deporte del golf. Y en lugar de crear desánimo, creó competitividad, afán por superarle”, añade Gómez. “Lo que pasó esos años nunca volverá a pasar. Fue una revolución total, en todos los sentidos”, añade Álvaro Quirós.
El impacto de Woods hace 15 años fue tal que Augusta tuvo que cambiar el campo: lo hizo más largo y más estrecho y lo pobló de árboles. Los 18 golpes bajo par de Tiger parecían una burla. Hoy, Augusta es un campo mucho más difícil gracias a Tiger, un recorrido que exige tanta habilidad como pegada. “Woods nos ha obligado a todos a mejorar un montón”, admite el mismo Olazábal.
El mito nació en 1997 y se derrumbó en 2009, víctimas de sus problemas personales y sus lesiones de rodilla. Ahora, a los 36 años, Woods parece emerger de sus cenizas. Hace ocho días, ganó su primer título oficial en dos años y medio. En ese periodo, el golf ha conocido 72 ganadores diferentes de al menos un torneo sin que ninguno se llamara Tiger Woods. En el Arnold Palmer Invitational, volvieron los putts largos, la precisión, esa forma de acariciar la bola con tanto mimo como precisión. Es el nuevo Tiger. La gran pregunta es hasta dónde llegará esta retocaa versión.
Tras su victoria, surgió una nueva generación de jugadores, mucho más profesionales
Woods se ha embarcado en una reconstrucción total de su juego. Ya en 1997, después de ganar el Masters, cambió el swing. “Pensé que podía hacerlo mejor. Siempre he asumido riesgos para ser mejor golfista. Por eso he llegado tan lejos”, explicó después. Al swing ha dedicado Woods más tiempo que a nada en su vida. La última reconstrucción, con Sean Foley, su tercer entrenador, tras Butch Harmon (1997-2004) y Hank Haney (2005-2010), es un desafío gigantesco. Ahora distribuye más el peso entre las dos piernas a la hora de la salida del tee y hunde el cuerpo hacia abajo. La bola sale a más de 300 kilómetros por hora. Es un swing condicionado. El Tigre ha adaptado todos sus movimientos para preservar la maltrecha rodilla izquierda. Es un golfista reconstruido. “Me siento pero que muy bien. He trabajado muy duro”, dijo tras vencer en el Arndold Palmer, cuando soltó toda su rabia acumulada.
Tiger es tan esclavo de sus estadísticas, de su dominio del golf, que ya no le vale ser segundo. Por eso se ha reiventado como nadie en su deporte. “Y eso lleva mucho tiempo”, explica Sergio Gómez; “con su fuerza y de carácter y lo perfeccionista que es, volverá a reinar”. “Su mente no era libre”, añade Constantino Rocca; “ahora sí, se ha liberado. Ha vuelto. Es uno de los talentos más grandes jamás vistos. Volverá a ser el más grande”.
“¡Chaqueta verde, Tiger!”, le gritaban tras su victoria de hace una semana. Woods quiere su quinto Masters, con lo que superaría a Arnold Palmer en Augusta. Las casas de apuestas le dan como el primer favorito, por delante de Rory McIlroy y Phil Mickelson. El Tigre quiere otra revolución.
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