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El derbi más reñido

El Levante tutea a un Valencia superado otra vez por la presión de Mestalla

La manera de celebrarlo de los jugadores granota delató lo que significaba para ellos empatar en Mestalla. La confirmación del espectacular crecimiento del conjunto de JIM, de su consistencia como grupo para dar la cara en las grandes ocasiones. Porque no fue un empate cualquiera. El Levante se sobrepuso al gol de Jonas y fue ganando terreno hasta acabar con tres delanteros (Koné, Ghezzal y Rubén) por si acaso podía incendiar Mestalla. El cuadro de Emery volvió a verse superado por la presión de su propio estadio. Sin la pizca de acierto para encontrar una victoria buscada denodadamente hasta el último instante, cuando Alcácer, cabeceó a las manos de Munúa un centro de Pablo desde la derecha. Parejo manejó al equipo con soltura y tenacidad, en un encomiable ejercicio de responsabilidad, pero hay algo intangible que hace descarrilar al Valencia en los últimos meses (sólo ha sumado tres triunfos en los últimos 14 partidos de Liga). Y ya le han remontado hasta en 14 ocasiones. La maldición de las remontadas en contra.

VALENCIA, 1 – LEVANTE, 1

Valencia: Guaita; Barragán, Rami, Víctor Ruiz, Mathieu; Pablo, Albelda (Tino Costa, m. 76), Parejo, Jonás (Alcácer, m. 83); Feghouli (Piatti, m. 76); y Aduriz. No utilizados: Diego Alves; Topal, Ricardo Costa y Bernat.

Levante: Munúa; Pedro López, Ballesteros, Cabral, Juanfran; Valdo, Xavi Torres, Iborra (Farinós, m. 73), Botelho (Rubén, m. 89); Barkero (Ghezzal, m. 79); y Koné. No utilizados: K. Navas; D. Navarro, Javi Venta y El Zhar.

Goles: 1-0. M. 34. Jonas acaba una jugada entre Aduriz y Feghouli. 1-1. M. 53. Koné tras una dejada de Valdo.

Árbitro: Fernández Corbalán. Amonestó a Feghouli, Pablo, Cabral, Valdo, Juanfran, Barkero, Aduriz,

Unos 50.000 espectadores en Mestalla.

Dos brillantes acciones defensivas de Albelda despidieron la primera parte. Mestalla reconocía en su capitán los valores perdidos: coraje para sofocar situaciones de emergencia. El Levante había sido el rival marcado a fuego en la clasificación, a tres puntos de distancia, un equipo bien armado y articulado para salir al ataque con la velocidad de Valdo y el pase de Barkero. El interior derecho caboverdiano ganó casi todos los uno contra uno de la zaga valencianista, tratando de frenarlo en falta: una de Parejo, dos metros fuera del campo, junto al banquillo granota, fue especialmente grosera. Pero el Levante falló en el tiro. Koné, por ejemplo, tras driblar en un palmo a Víctor Ruiz dentro del área, pifió el disparo cuando nadie le molestaba.

Emery desoyó los consejos de quienes le instaban a ser más prudente en la alineación. Volvió a apostar por llevar la iniciativa y masticar las jugadas a través del guante de Parejo, la inspiración de Jonas y las arrancadas de Feghouli. Quien rompió el encuentro, sin embargo, fue Aduriz. No en su fuerte (erró los dos primeros intentos de rematar de primeras), sino en un servicio sublime a Feghouli. Recibió un balón largo en una contra, rodeado de zagueros. Se dio media vuelta antes de entrar en el área a la espera de ayuda, atrajo hasta a tres defensas y entonces, zas, filtró un pase hacia la entrada de Feghouli por el carril del 10. La defensa se resquebrajó y el extremo franco-argelino solo hubo de regalarle el gol a Jonas, que esperaba en el centro sin ni siquiera la presencia delante de Munúa.

El Levante no había dicho su última palabra. A poco de perder el Valencia la concentración defensiva, el contragolpe fue de libro. El centro largo en diagonal de Barkero, el cabezazo picado para amortiguar de Valdo y el tiro raso de Koné. Albelda y Parejo reaccionaron con rabia a por la victoria. Pero el Levante, encerrado en su campo, estaba en su salsa. A la espera de que Valdo, superior en cada carrera, cerrara las cuentas. Entró, además, Farinós para dormir la pelota. JIM veía opciones de ganar y, poco después, dio paso a Ghezzal. En el Valencia, había jugadores superados por la presión. El miedo atenazó a algunos de sus jugadores, Barragán entre ellos, huyendo de la pelota como de la peste. El partido enloqueció en un cuarto final frenético. Koné remató demasiado cruzado un envío de Botelho. Mestalla bramó contra los suyos cuando Piatti reactivó al Valencia con un par de latigazos. El desmarque de Alcácer lo dejó solo ante Munúa. Remató a las manos del portero uruguayo y Mestalla se llenó poco después de pañuelos. El público valencianista no está acostumbrado a esto: al derbi más reñido de la historia.

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