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El Villarreal echa a Molina

La derrota ante el Levante en el descuento provoca la salida del técnico del Villarreal, que ya despidió a Garrido este curso

José Francisco Molina, extécnico del Villarreal.
José Francisco Molina, extécnico del Villarreal.KAI FÖRSTERLING (EFE)

El duelo entre el Levante y el Villarreal pasaba del tiempo reglamentario. Carlos Marchena, que apenas llevaba unos minutos en el terreno de juego del Ciutat de València, cometía su segunda falta consecutiva, castigadas ambas con sendas cartulinas amarillas que le acarreaban la expulsión. Una historia repetida dos jornadas atrás en La Romareda, cuando una falta innecesaria en el centro del campo precedió al gol de la victoria del Zaragoza ante el equipo castellonense en el descuento. Ante el Levante, después de que Marchena realizara una falta lateral, Molina decidió realizar el último cambio y sacó del terreno de juego a Nilmar, que se encontraba en la barrera de dos jugadores para interceptar el lanzamiento de falta del Levante. Entró Camuñas y se colocó en la posición que ocupaba el brasileño. Lanzó fuerte el azulgrana Rubén Suárez, en una acción calcada a la que el mismo jugador realizó tres jornadas atrás y en la misma posición en Cornellà ante el Espanyol y que dio el triunfo al Levante. Camuñas, en un acto instintivo, se agachó. Diego López apenas pudo desviar el esférico al palo derecho. El rechazo fue a parar a Xavi Torres que empujó el balón a gol sobre la línea de cal.

“No esperábamos este desenlace, pero el partido estaba para cualquier cosa y lo ha decidido la estrategia”. Fueron las últimas declaraciones de José Francisco Molina al frente del Villarreal. Recién concluido el encuentro ante el Levante, la dirección del club castellonense decidió destituir al técnico que se hizo cargo de la primera plantilla del equipo castellonense 11 jornadas atrás, en sustitución de Juan Carlos Garrido. A la igual que sucediera dos temporadas atrás tras despedir a Ernesto Valverde, el entrenador encargado de dar continuidad al proyecto de Manuel Pellegrini tras cinco años de éxito, Fernando Roig pensó que la solución estaba en casa. Primero con Garrido y después con Molina. Sin embargo, un punto en los últimos cinco encuentros disputados, han conducido al dirigente a prescindir de Molina, ascendido del filial y cuyo bagaje como técnico del primer equipo en los tres meses en la dirección se resumen en tres victorias, tres empates y cinco derrotas. El Villarreal queda en el 17º puesto, a las puertas del descenso con 27 puntos, tres por encima del Sporting, y a la espera de lo que ocurra en Cornellà entre el Espanyol y Racing.

Molina, a pesar de su buen comienzo como técnico del Villarreal (dos empates en El Madrigal ante el Valencia y Barça, y un triunfo ante el Sevilla a domicilio), no ha podido esconder los males del conjunto amarillo, fraguados desde la dirección desde antes de iniciarse la temporada. “Hemos perdido un dedo sin Cazorla”, llegó a decir Marcos Senna, el capitán del conjunto castellonense que, a sus 35 años, sigue siendo el referente en el centro del campo tras la venta del asturiano al Málaga por 19 millones de euros. “Ha sido una pretemporada extraña. No sabíamos a quién se iba a vender”, redundó Borja Valero. Acostumbrados al acierto, Fernando Roig, su hijo, Fernando Roig Negueroles y José Manuel Llaneza, el reducido séquito de decisión, invirtieron prácticamente lo recaudado por el traspaso de Cazorla, 17 millones, en los fichajes de Camuñas (2’5), Zapata (7) y De Guzmán (8). Ninguno de los tres ha dado el nivel exigido por un equipo que en las últimas temporadas se ha movido en la élite del fútbol español ya ha frecuentado Europa. De Guzmán, llamado a sustituir a Cazorla, apenas ha contado para Molina, que solo lo ha utilizado en 45 minutos en sus 11 partidos en el banquillo de El Madrigal. En las últimas dos jornadas ni siquiera ha sido convocado.

La ausencia de Cazorla, las lesiones que asolaron al Villarreal en el inicio de curso (la más grave, la de Rossi, con rotura de ligamento de su rodilla derecha, el jugador más resolutivo del conjunto amarillo) y la nefasta participación en la Liga de Campeones con seis derrotas en otros tantos encuentros, mermaron la confianza de un equipo que dejó de ser fiable. A Garrido le costó el puesto. Y a Molina, su sustituto, también. Una semana atrás, el vicepresidente del club castellonense, José Manuel Llaneza, dijo que no era el momento de buscar culpables, sino soluciones. A falta de 11 jornadas, y con el agua al cuello, al Villarreal le toca de nuevo rectificar y buscar un entrenador de urgencia.

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