El cruce más desigual posible
El Madrid, el equipo más rico del mundo, se mide con el Apoel chipriota, el más modesto en el torneo con ocho millones de euros de presupuesto
No hay precedentes en la Liga de Campeones del acceso de un equipo más modesto a las cotas mayores de la competición. El Apoel de Nicosia, el equipo con menos dinero del torneo, deberá medirse al Real Madrid, el más rico del mundo y el que más ha invertido en la confección de su actual plantilla. Es el reto que impuso el sorteo al club de Chipre, para alcanzar las improbables semifinales. La distribución de los escenarios añade una dificultad al débil: la ida, en Chipre, y la vuelta en el Bernabéu.
Los ocho millones de euros de presupuesto del Apoel se contrastarán con los 500 que gasta el Madrid cuando en dos semanas la competición los enfrente en estadio de la Asociación Gimnástica de Todos los Chipriotas, más conocido por el acróstico de GSP. Las dimensiones del campo, con capacidad para 22.000 espectadores, coincide con los números del club que acoge. El Apoel se ha gastado dos millones de euros en reforzar su actual plantilla a lo largo de los últimos tres años. El Madrid suma 500 millones en el mismo periodo. En un fútbol cada vez más condicionado por el músculo financiero, los desequilibrios del duelo apuntan a la eliminatoria más desigual posible. Tan desigual que por poco parece un anuncio inexorable de presencia madridista en los cruces de semifinales.
"Otros juegan contra equipos que he tenido que mirar en Internet para saber de qué país vienen", dijo Mourinho cuando el Barça se enfrentó al Viktoria Plzen y al Bate Borisov en la fase de grupos
Dijo José Mourinho durante la fase de grupos que al Madrid los sorteos de la UEFA le reservaban rivales duros, en contraste con los otros equipos poderosos de Europa, que vivían tranquilamente compitiendo con desconocidos. “Creo”, observó el técnico, con su habitual sentido cáustico, “que nuestro grupo tiene un buen equipo francés [Lyon], el mejor equipo holandés [Ajax], y el campeón de Croacia [Dinamo de Zagreb]. Hay otros grupos en los que los grandes equipos son más afortunados que nosotros. Juegan contra equipos que he tenido que mirar en Internet para saber de qué país vienen”. La declaración constituyó una de esas alusiones veladas que Mourinho hacía al trato de favor que la UEFA, a su entender, dispensaba al Barça. En la fase de grupos, el Barça jugó contra Viktoria Plzen checo y el Bate Borisov ucraniano. También se enfrentó al Milan, aunque seguramente el entrenador del Madrid se refirió a los dos primeros cuando declaró que necesitó acudir a la red para salvar su ignorancia.
No se sabe si Mourinho acudirá a Internet para saber del Apoel, cuyo futbolista mejor cotizado en el mercado es el brasileño Aílton Almeida, fichado hace dos temporadas al Copenhague por 800.000 euros. Junto con su compatriota Gustavo Manduca forma el dúo de goleadores del equipo. Entre los dos han metido seis de los siete goles del Apoel en la competición.
La idiosincrasia apacible del Apoel se origina desde el vértice de su pirámide jerárquica. Poco se sabe del presidente, Phivos Erotokritou, figura huidiza que prefiere mandar sin que se note. El poder se concentra en el entrenador, Iván Jovanovic. En una época de técnicos extravagantes este hombre nada contracorriente. El reglamento de convivencia en el equipo es laxo y la sofisticación se resume en las largas sesiones de vídeo que dedica par estudiar a los adversarios, sobre todo a los de fuera de la isla. El plan, al menos en Champions, se suele traducir en cerrarse atrás a la espera del zarpazo. Todos a defender y a medir los despliegues con usura y astucia. Arriba de todo, junto a los brasileños, Esteban Solari, hermano de Santiago, ha oficiado de delantero diana para poner la espalda contra los centrales y proveer para las segundas jugadas. Con mucho rigor defensivo, con compañerismo y coraje, viejas recetas, se impusieron al Zenit (2-1), al Oporto (2-1) y al Lyon (1-0) en Nicosia. La victoria contra los franceses empató la eliminatoria de octavos, que se dirimió en la serie de penaltis.
Si el Madrid quiere doblegar al Apoel deberá asaltar el doble muro defensivo. Nada nuevo, pues. Más o menos lo que le propuso el CSKA. Un abnegado modo de resistencia que, desde los éxitos del Levante y el Racing en septiembre, al inicio de la Liga, no ha rendido frutos a ninguno de los adversarios del equipo de Mourinho. El Madrid, desde hace meses, no sucumbe a la falta de espacios como antes. No precisa del contragolpe para tirar millas. Contar con cinco de los diez mejores atacantes del planeta concede este tipo de ventajas. Ingentes ventajas. Grandes desigualdades. Terreno propicio para la épica, cuando no para dos partidos que no pasarán a la historia.
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