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SIN ESPINILLERAS
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El futuro de Guardiola

Puede que corra el riesgo de Mr. Pentland, que dejó al Athletic cuando se sintió "demasiado amigo de los futbolistas"

Ramon Besa
El técnico del Barcelona, Pep Guardiola.
El técnico del Barcelona, Pep Guardiola.Manu Fernandez (AP)

Un año después de que Guardiola firmara su renovación por el Barça para la temporada en curso, no hay noticias sobre sus intenciones para la próxima. La maquinaria está paralizada, incluso en una semana sin competición, momento que antes se aprovechaba para solucionar asuntos como el de la continuidad del entrenador. Ocurre que con el tiempo aumentan las dudas del técnico y hoy no se sabe muy bien qué circunstancias deben concurrir para que Guardiola comunique su decisión.

 Acostumbrado el fútbol a que el presidente resuelva sobre el entrenador, es extraordinario que sea el técnico quien tenga en ascuas al barcelonismo, extremo que confirma la excepcionalidad que concurre siempre en Guardiola. Hay aspectos que participan de una cierta normalidad. Sacchi, por ejemplo, dejó el Milan al cabo de cuatro años, porque “estaba cansado, agotado, roto”, decisión de la que se arrepintió. A Guardiola, contracultural como Sacchi, le pasa más o menos lo mismo, y tiene también miedo a equivocarse, con la diferencia de que su sentimiento barcelonista es más extremo que el del entrenador italiano con el club rossonero. A Mourinho, por contra, le resulta más fácil motivarse porque busca permanentemente escenarios distintos.

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Guardiola es un entrenador a la medida del Barça, y como tal, no solo se pregunta si dispone aún de la energía suficiente para continuar y tomar las decisiones que se imponen sino que se plantea cuál es su cuota de responsabilidad en los 10 puntos que le saca el Madrid. Ha asumido tanta responsabilidad y funciona tan bien como líder carismático culé que a menudo se le adivina un futuro como presidente del club. La condición de barcelonista, sin embargo, no ha sido precisamente la mejor garantía para saber gestionar su propia carrera. No tuvo una buena salida del Camp Nou, quiso jugar en la Juve y acabó en el Brescia, no llegó al fútbol inglés sino que disputó las ligas de Qatar y México y cuando quiso regresar como director deportivo se alineó en la candidatura perdedora de las elecciones al Barça. Así que, hasta cierto punto, es normal que dude tras las muchas cosas que le han pasado en el club de su vida. Y hasta puede que en el fondo se interrogue si no corre el riesgo de que le pase lo mismo que a Mr. Pentland, aquel técnico que dejó al Athletic cuando se sintió “demasiado amigo de los futbolistas”.

Habría que saber entonces hasta qué punto la directiva es capaz de dar al entrenador la energía que necesita para renovar. A Rosell no le debe ser fácil tratar con Guardiola. El presidente entiende que ha puesto todos los medios para convencer al entrenador y queda a la espera. El problema es que no se sabe si actúa por interés o por complicidad. Rosell supo dar con Ronaldinho cuando fracasó el intento cruyffista de fichar a la triple A: Albelda, Ayala y Aimar. Y, como vicepresidente deportivo también, tenía preparado un plan B para sustituir a Rijkaard. El reto del ahora presidente sería, por tanto, convencer a la gente de que es tan capaz de encontrar al sustituto de Guardiola como de asegurarse antes su continuidad en el banco.

La experiencia vivida en el filial con Luis Enrique no es nada tranquilizadora porque se barajaron técnicos contrapuestos (Unzué, Óscar García, Agné) para sustituirle hasta que Zubizarreta se decidió por Eusebio. La anunciada salida de Óscar del equipo juvenil replantea las funciones del entrenador del B: ¿está al servicio del club, de Guardiola o se trata de un cargo para la promoción personal?

Podría ser, por tanto, que el proceso de renovación de Guardiola exigiera más tiempo de reflexión que el habitual, que por otra parte, no se sabe por qué tiene que ser necesariamente en febrero. Al fin y al cabo, si era el propio Guardiola el que se reservaba el inicio de año para anunciar que se quedaba, ahora está en su derecho de pedir más tiempo para madurar su respuesta. Aunque a muchos barcelonistas les parezca una cursilada, sobre todo a los que ya le recriminaron su adiós como futbolista después de tratarle como si tuviera la peste, Guardiola necesita sentir la misma emoción que en su día le llevó a dirigir al filial, en lugar de ocupar un despacho, y una temporada después al primer equipo.

Pasional por naturaleza, renovaría ahora si le aseguraran que el Madrid se tiene que jugar la Liga en el Camp Nou de la misma manera que el Barça la tuvo que ganar siempre en el Bernabéu. Tan fácil y tan difícil como los 50 metros que separan su despacho del de Zubizarreta, la única persona cuya sensatez e inteligencia puede hacer que la renovación de Guardiola no sea un melodrama.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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