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Un Lyon decadente perdona al Apoel

El conjunto francés se conforma con un tanto ante un rival inoperante

Lisandro López y Paulo Jorge luchan por el balón.
Lisandro López y Paulo Jorge luchan por el balón.PHILIPPE DESMAZES (AFP)

Fue en el descuento de la primera parte cuando el Apoel acabó de delatar sus intenciones, también sus limitaciones. Había conseguido, al fin, llegar a la línea de fondo del Olympique y forzar un saque de esquina que acabó en falta lateral a favor. No se botó porque el árbitro señaló el descanso. Los jugadores del Apoel se abalanzaron sobre él, indignados. Para ellos pasar del medio campo era un triunfo. Nada de lo que habían mostrado hasta entonces delataba su currículo de equipo invicto a domicilio en la fase de grupos. Solo había mostrado orden, esfuerzo, renuncias e incapacidades.

Pero al Lyon tampoco le sobra talento para derribar paredes. Transita en el campeonato doméstico a 11 puntos del PSG y entró en los octavos de la Liga de Campeones tras una sospechosa hemorragia goleadora ante el Dinamo de Zagreb. Lejos de sus mejores días se sostiene sobre un híbrido que integra veteranos y noveles, valores emergentes como el veinteañero Lacazette. Solo él agitó, con un par de marchas más que los demás, una liza monocorde, a la que al Apoel jamás le importó darle ritmo, dispuesto como estaba a que los minutos transcurriesen sin noticias. Se apostó ante la frontal con sus dos líneas de cuatro, un mediapunta que no tocó bola (Trickovski) y Ailton, un delantero que siempre estuvo desconectado, una idea que dio varios pasos hacia atrás con el transcurrir de los minutos.

Necesitado de un nuevo aire, el Lyon se alimenta de tipos como Lacazette. Tras el descanso cambió de banda para partir desde la zurda y buscar el disparo a la salida del regate en lugar del centro. La primera vez que lo intentó envió la pelota a la red en una parábola que entró por el medio de la portería ante la inacción de Chiotis. Lesionado el joven talento, se apagaron las luces en Gerland. Nada invitaba al Olympique a guardar su meta, pero su falta de codicia fue clamorosa, tanto que acabó en su campo defendiendo su mínima ventaja ante un rival que solo tiro una vez a puerta.

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