_
_
_
_
LIGA DE CAMPEONES | Ida de los octavos de final

Ibra castiga la inocencia del Arsenal

El manual del delantero sueco lidera la goleada del Milan ante el tierno conjunto inglés de Arsene Wenger (4-0)

Ladislao J. Moñino
El delantero del Milan, Ibrahimovic, celebra su frente al Arsenal.
El delantero del Milan, Ibrahimovic, celebra su frente al Arsenal.GIUSEPPE CACACE (AFP)

No hay peor escenario para cometer errores que un estadio italiano. Allí las pifias se suelen pagar con goles en contra porque forma parte de su cultura futbolística castigarlas con severidad. Esa virtud tan italiana la sufrió el Arsenal, que una vez más se deshizo en una gran cita. La etiqueta de equipo blando que le cuelga se impuso en San Siro sobre todas las buenas intenciones que adornan su propuesta. Le esperó el Milan en su campo con parsimonia, con un punto de sobrado, sin meterle el ritmo que se le presupone a un equipo local en un partido de ida de la Copa de Europa. No le hizo falta para machacar la inocencia de los gunners y dejar la eliminatoria franca.

MILAN, 4 - ARSENAL, 0

No hay peor escenario para cometer errores que un estadio italiano. Allí las pifias se suelen pagar con goles en contra porque forma parte de su cultura futbolística castigarlas con severidad. Esa virtud tan italiana la sufrió el Arsenal, que una vez más se deshizo en una gran cita. La etiqueta de equipo blando que le cuelga se impuso en San Siro sobre todas las buenas intenciones que adornan su propuesta. Le esperó el Milan en su campo con parsimonia, con un punto de sobrado, sin meterle el ritmo que se le presupone a un equipo local en un partido de ida de la Copa de Europa. No le hizo falta para machacar la inocencia de los gunners y dejar la eliminatoria franca.

Nadie como Ibrahimovic para explicar ese punto de falso pasotismo que exhibió el equipo de Allegri. Desde su frialdad y su elegante manual gobernó el partido. Lo hizo con esos detalles técnicos que desafían la ley de la gravedad, que entusiasman porque se intuyen inalcanzables para un tallo que roza los dos metros. Un control y una dejada por allí, un regate en una cuadrícula por allá. Todo tan exquisito como dañino para una defensa que nunca se enteró de qué iba el partido.

Tuvo el Milan la paciencia del cazador que sabe que tarde o temprano la presa cometerá un desliz. Allí estaba Nocerino para aprovechar un error en el pase del Szczesny y habilitar a Boateng. El gol del ghanés explicó su evolución de mediocentro a mediapunta llegador. Lució zancada para el desmarque a la espalda, durmió el balón con el pecho y lo engarzó con un derechazo tremendo.

A los futbolistas de Wenger se les encogió el pie desde los primeros toques y ese gol, con apenas diez minutos disputados, agrandó su desnaturalización. Ni Arteta, ni Walcott, ni Ramsey aparecieron. Mucho menos Van Persie, víctima principal de que su equipo no se reconociera con el balón. Solo tuvo un par de ocasiones francas de reafirmar su estado de gracia con el gol y se las sacó Abbiatti cuando la tunda ya estaba certificada por los dos goles de Robinho. El primero, tras una concesión de Sagna, que le regaló contemplativo la espalda a Ibrahimovic. El sueco le puso un globito a media altura a Robinho para que lo picara de cabeza. El segundo tanto del brasileño finiquitó al Arsenal. Otro ejercicio de ternura defensiva en su propia frontal que permitió a Robinho armar con tranquilidad un disparo templado, raso y ajustado.

La paliza la cerró Ibrahimovic con otro de sus regates de bailarín que forzó el penalti que deja la vuelta para un milagro. No perdonó y finiquitó la inocencia del Arsenal.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_