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Metamorfosis sin premio para del Villarreal

El Valencia neutraliza el cambio de la actitud amarilla (2-2) en el estreno de Molina

En un ejercicio de responsabilidad y compromiso, el Villarreal se metamorfoseó, recuperando los valores y el fútbol que le hizo hasta hace poco como un equipo modélico en un club ejemplar, con un inconmensurable Senna al mando. Todo el esfuerzo amarillo quedó neutralizado por un Valencia con fe que le hizo equilibrar dos goles de desventaja. En un choque se antojaba desigual, el Villarreal dio lo mejor de sí en su peor momento y cuando más lo necesitaba ante un Valencia digno que no perdió la cara en un partido lleno de vida. El empate reforzó al Valencia en la clasificación y al Villarreal en sus creencias pese a terminar la jornada en posiciones de descenso.

Cuesta creer que en apenas una semana en la dirección, José Francisco Molina haya ejercido tal terapia de choque hasta el punto de revitalizar a un grupo abatido e irreconocible en una primera parte de temporada para olvidar. Por convencimiento o porque no hay un euro en la caja, los Roig entendieron que la solución estaba en casa, apostando por Molina como dos años atrás lo hicieron con Garrido.

VILLARREAL, 2 - VALENCIA, 2

Villarreal:Diego López; Ángel, Zapata, Gonzalo (Lejeune, m. 76), Joan Oriol; Borja Valero, Senna, Bruno, Cani (Castellani, m.69); Nilmar (Camuñas, m. 86) y Marco Ruben. No utilizados: César; Mario, De Guzmán, Hernán Pérez.

Valencia: Diego Alves; Miguel, Rami, Víctor Ruiz, Mathieu (Pablo, m. 66); Topal, Banega (Tino Costa, m. 719; Feghouli (Aduriz, m. 75), Jonas, Jordi Alba; y Soldado. No utilizados: Cristiano; Bruno, Piatti y Parejo.

Goles: 1-0. M. 14. Marco Ruben. 2-0. M. 18. Gonzalo. 2-1. M. 40. Feghouli. 2-2. M. 86. Aduriz.

Árbitro:Fernández Borbalán. Amonestó a Bruno, Jonas, Zapata, Soldado, Joan Oriol, Banega, Miguel y Marco Ruben.

Unos 20.000 espectadores en El Madrigal.

Para empezar, Molina recurrió a los clásicos, atendió a la jerarquía, los futbolistas con más experiencia y peso en el vestuario. La responsabilidad recayó en los mismos con los que Garrido contó en los últimos partidos antes de su destitución. Por su parte, Unai Emery no reservó nada para el partido de Copa ante el Sevilla tres días después. Salvo la obligada ausencia de Albelda por sanción, el once del Valencia resultó el que comienza a resultar identificable en los últimos tiempos para un técnico que, sin embargo, gusta de mantener a toda la plantilla enchufada y comprometida.

Quiso el Villarreal mandar del esférico, volver a reencontrarse con el toque y la posesión, actuando con algo más de dinamismo. Se lo impidió en un principio un Valencia enchufadísimo y con las ideas claras. Ello derivó en un partido de verdad, disputado de tú a tú, con dos equipos al límite en busca de la victoria. Un choque parejo que nada tenía que ver con la clasificación, distanciados ambos en 18 puntos. La rivalidad de las últimas temporadas volvió a estar presente en un derbi que se presentaba en teoría como el más descafeinado y desigual de las últimas temporadas.

La tensión quedó reflejada en el terreno de juego. Para entonces, el Villarreal mandaba doblemente en el marcador. Marco Ruben abrió el partido tras combinar con Nilmar al borde del área. El batallador ariete argentino batió a Diego Alves tras un sutil toque de derecha, insospechado para un delantero cuya brega constante disimula sus condiciones técnicas. Anteriormente el ex del River Plate ya había avisado tras una gran jugada de Joan Oriol, un excelente carrilero. Cuatro minutos después del tanto de Marco Ruben, el Villarreal dobló la ventaja al cabecear Gonzalo con ímpetu un centro combado y preciso de Borja Valero en el lanzamiento de una falta lateral. El encargado del marcaje del central argentino correspondía a Topal, que le perdió de vista, al igual que al final del primer acto cuando Zapata remató alto tras encontrarse solo en el área pequeña valencianista en un nuevo centro de Borja Valero. En ambas ocasiones, Diego Alves se quedó bajo el larguero. Una desventaja del portero brasileño respecto a Guaita, ausente unas semanas debido a sus problemas en una de sus muñecas.

El Madrigal se encontraba en éxtasis, más aún tras una larga combinación a un toque de los jugadores amarillos que recordó al Villarreal de los mejores tiempos. Tal panorama desquició a un Valencia sobreexcitado, sobre todo Soldado que se las vio y juró contra todos, al igual que un Jonas desconocido. Faltaba el mando de Albelda, que sabe manejarse en la adversidad y sirve de guía a sus compañeros cuando vienen mal dadas. Por el contrario, el Villarreal se encomendó a un Senna rjuvenecido. Junto con Borja Valero y Cani, el conjunto castellonense recuperó su mejor versión ante un Valencia impreciso con Banega al mando, excesivo el argentino en la conducción. A falta de fútbol, la actitud del conjunto de Emery resultó irreprochable y encontró un resquicio de esperanza con el gol de Feghouli, tras una precisa combinación entre Soldado y Miguel y un centro de primeras de este. Feghouyli resultó la mejor arma del Valencia con sus indescifrables movimientos imposibles de frenar por la zaga amarilla. Un acierto más de la secretaría técnica valencianista -en este caso del exdirector deportivo Fernando Gómez- en tiempos de penurias.

El duelo estaba vivo y el resultado se antojaba incierto con un Villarreal dulce y comprometido y un Valencia con gran pegada y muchas ganas de derrotar a su rival vecino. Recurrió a Emery a todo lo que olía a gol en su banquillo. Con el Villarreal ya sin gasolina, Aduriz, a poco del final, empató un encuentro en el que ambos conjuntos salen reforzados.

Borja Valero salta con Topal durante el duelo.
Borja Valero salta con Topal durante el duelo.JOSE JORDAN (AFP)

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