"Hay una inestabilidad permanente"
Gárate, Irureta, Reina, Collar o Adelardo, leyendas del Atlético de Madrid, reflexionan sobra la crisis del club rojiblanco
La destitución de Gregorio Manzano, que será sustituido con toda probabilidad por El Cholo Simeone como entrenador del Atlético de Madrid, representa el decimoctavo cambio de entrenador en el Atlético en 13 años, después de que Radomir Antic, el técnico del doblete, dejara el banquillo del Manzanares, en 1998. El serbio, que volvería dos veces durante unos breves periodos, fue el último en resistir hasta tres temporadas seguidas. Desde el principio de la era Gil será el 49º relevo en el banquillo en 24 años. "La raíz de todos los problemas está en esta situación de inestabilidad permanente. Cambiar a Manzano por Simeone, una figura más impulsiva, canchero, visceral, parece hecho para remover la plantilla, dar una sacudida al ambiente, pero visto desde fuera, por la afición, no hace más que generar aún más desconcierto", afirma Javier Irureta, delantero histórico del Atlético entre los años 1967 y 1975 y autor del primer gol en la vuelta de la Copa Intercontinental que ganó el equipo en 1974. Para muchos de sus compañeros de vestuario, el club corre el riesgo de perder "su principal activo", la afición. El exportero Miguel San Roman lo dice muy claro: "Ahora te encuentras muy pocos niños del Atleti".
José Gárate no quiere ser tan dramático. "Sí que quedan chavalines que son del Atleti, yo les veo en el estadio con sus padres, pero cada vez son menos", matiza el tres veces pichichi; "el problema es que no pueden disfrutar. Pero eso les hará más duros". Disfrutan poco los nuevos aficionados, y tampoco pueden encariñarse con unos jugadores-símbolo, toda vez que el Atlético se ha convertido en un sitio de tránsito e incluso los que tienen todas las papeletas para ser estendartes del club se marchan en cuanto tienen la oportunidad. "Como Fernando Torres y luego, De Gea", recuerda Irureta; "sobre todo este último, que había surgido de la nada y podía convertirse en un referente. Se ha entrado en un bucle en el que los jugadores buenos se dan cuenta que no van a ganar nada allí y buscan salida. Hay que convencerles de que hay una historia detrás y hay que respetarla".
En esta situación de indefinición constante, el Atlético ha fichado desde el año 2000 a 108 jugadores. La mayoría no dejaron huella. Todo lo contrario que gente como Irureta, que estuvo ocho años en la ribera del Manzaneres; Miguel Reina, siete; Enrique Collar, 15; San Román, 12; Gárate, 11; y Adelardo, 16. "Adelardo era nuestro capitán, un mito por excelencia, por su pundohonor, entrega", rememora Reina, que no ve una personalidad parecida en el club desde hace muchos años. "Deberían llegar a la reserva de sus fuerzas, así se demuestra que sientes los colores", reconoce Gárate; "Adelardo era un tipo brillante en cuanto al trabajo. Esa es la actitud que queremos reconocer en un jugador. Trabajo, humildad y actitud positiva". Y Adelardo, ese capitán modélico, el jugador que más partidos ha jugado con la camiseta rojiblanca (511), es tajante al respecto: "Es imposible hacer un equipo fichando a 12 jugadores todos los años, se pierde lo que es el sentimiento atlético".
La consecuencia directa es el ayuno de títulos, interrumpido en los últimos tres lustros solo por la Copa de la UEFA y la Supercopa de Europa ganadas en 2010. "Nosotros éramos candidatos a todos los títulos que disputábamos. Hoy, celebrar algo con el Atleti es más un sueño que una aspiración", se lamenta Gárate. "Antes el Atlético ganaba una Liga cada tres años", recuerda Irureta. "Alfredo [Di Stéfano] me ha dicho en incontables ocasiones que éramos el peor rival contra el que se podían medir", añade Adelardo; "nosotros le ganamos dos Copas al Madrid de la cinco Copas de Europa".
Y cómo ha cambiado la rivalidad con el Madrid es lo que más escuece y todos lo reflejan con una frase: "Antes el Real Madrid-Atlético era el partido del siglo, no el Madrid-Barça". "Lo primero que hacíamos cuando salía el calendario era ver dónde caían los partidos contra los blancos", prosigue Adelardo. "Ahora los jugadores salen diciendo 'a ver si empatamos", añade San Román; "eso en nuestra época era impensable". Como era impensable estar 13 años sin ganar un derbi, la desastrosa racha que lleva el Atlético del nuevo milenio. "Al Madrid queríamos ganarle, no por lo que representaba, sino porque si les ganabas aumentaban tus posibilidades de ganar el título", interviene Enrique Collar. "No era una obsesión. Era un duelo entre pares".
Una exigencia que se ha perdido a medida que han pasado los años. "A nosotros no nos tenían que explicar dónde estábamos", se queja Reina; "sabíamos la responsabilidad que comportaba vestir la camiseta rojiblanca. Uno era consciente de lo que se le exigía". "Cuando llegué con 19 años a Madrid, no me creía capaz de jugar en un equipo tan grande", recuerda Adelardo.
Pocos se atreven a señalar posibles soluciones, pero coinciden en que las prisas no son buenas. "Más que enseñarles a los jugadores de la primera plantilla qué es el Atlético habría que hacerlo con los chavales de la cantera, y apostar por ellos", termina Adelardo; "hay que ir poco a poco". "Ya no hay referentes", se vuelve a lamentar Collar. Irureta no le contradice: "La institución no tiene visión a largo plazo. Es difícil llegar a la altura del Madrid y el Barcelona, pero sí me gustaría que el Atlético fuera el tercer equipo en discordia y si fuera imposible ganar una liga cada tres años, por lo menos hacerlo cada cuatro o cinco". Solo Reina parece vislumbrar un resquicio de esperanza. "Se puede iniciar con el nuevo estadio, con un aforo con 70.000 espectadores, que permitirá aprovechar el mejor activo del Atlético, su afición, y mientras buscar un cuadro técnico estable, que pueda trabajar con calma", concluye.
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