Casillas, un ángel en Nervión

Una única falta hizo el Sevilla en el primer tiempo ante el Madrid, espectador impotente ante la eficacia del rival. Cristiano Ronaldo, en carrera y tras un pase en profundidad, marcó raso un gol para recibir el abrazo unánime de sus compañeros, una forma de curar públicamente las heridas que le dejó el clásico ante el Barcelona. Luego hizo otras dos dianas, un triplete al que ya debe estar acostumbrado el portugués, que cuenta 13 en total como madridista, quinto de esta temporada. El festejo lo completó Di María, que culminó un gran contragolpe y dedicó la red a su suegro -fallecido esta semana-, Callejón, terriblemente eficaz ante la portería -siete goles en 360 minutos-, y Altintop, que se estrenó en esta suerte. El Sevilla, por su parte, replicó como pudo, pero no encontró por dónde filtrar el pase definitivo y, cuando alcanzó a rematar, apareció un ángel en el Nervión: Iker Casillas.

Corría el minuto 12, cuando un balón por el costado derecho, raso, cruzó el área hasta los pies de Del Moral, que no se lo pensó dos veces para armar un disparo porque tenía toda la portería ante sí. O eso pensó. Estaba Casillas, que corrigió su posición gracias a la potencia de sus piernas y llegó a tiempo para desbaratar el disparo, a media altura. También ayudó algo el palo, que escupió definitivamente el balón. Una atajada, en cualquier caso, que se asemejó a la que hizo en este mismo campo a Perotti, ahora lesionado, el 4 de octubre de 2009. Pellegrini entrenaba a un Madrid que cayó por 2-1. Entonces, Casillas, el ángel, voló de palo a palo a ras de suelo para hacer una parada memorable, hasta el punto de que el Sánchez Pizjuán se levantó con los brazos alzados, pero se quedó a media celebración, boquiabierto. Quizá por eso Nervión, en el remate de Del Moral, contuvo el grito del gol. Ya sabía que Casillas hace imposibles.