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Ganar con el corazón

El Zaragoza paga su miedo y el Athletic supera un infarto en el último momento

Creyó el Zaragoza que no necesitaba jugar bien, ser atrevido, tener osadía, jugársela a cara cruz como antes hicieron otros habitantes del infierno de la clasificación (Rayo Vallecano, Betis, Granada, Racing) para arrancar algo de San Mamés. Creyó que le bastaba el árbitro para que le diera el goteo que necesitaba en una jugada kafkiana. La pierna de Javi Martínez es más larga que la de Lafita y alcanzó el balón con prontitud viniendo desde atrás. Lafita se encontró la pierna y lógicamente se cayó. Penalti y expulsión. Cosas de los colegiados asustados. Cosas de tímidos inexpertos.

El partido tal y como había sido planteado por ambos equipos, ya no valía. Ya no valían las dos oportunidades falladas por Susaeta ante Roberto, antes de de batirle a la tercera en un error de Juárez que le dejó solo ante el portero. Ya no valía la desigualdad manifiesta en el fútbol beligerante del Athletic y el timorato del Zaragoza, con la única autoestima de Lafita y la cara tristona del equipo de Aguirre. Era cosa del corazón y la cardiología es la especialidad de San Mamés

Athletic, 2; Zaragoza, 1

Athletic:Iraizoz; De Marcos, Javi Martínez, Amorebieta, Aurtenetxe; Herrera, Iturraspe, Íñigo Pérez (San José, m. 35); Susaeta (Ibai, m. 78)), Toquero (David López, m. 90) y Muniain. No utilizados: Raúl, Gabilondo, Galarreta, Ekiza e Ibai.

Zaragoza: Roberto; Juárez, Lanzaro, Pintér, Paredes; Ponzio, Antonio Tomás (Zuculini, m. 76)); Oriol (Luis García, m. 53), Lafita, Juan Carlos; y Postiga (Abraham, m. 72). No utilizados: Falcon; Barrera, Orti y Ramiro.

Goles: 1-0. M. 7. Susaeta. 1-1. M. 21. Ponzio, de penalti. 2-1. M. 87. Toquero.

Árbitro: Pérez Montero. Expulsó a Javi Martínez (m. 20) y a Lanzaro (m. 70). Amonestó a Ponzio, Antonio Tomás, Postiga, Herrera y Juárez.

Nos 30.000 espectadores en San Mamés.

Amenazaba goleada y llegó el empate. Porque el Athletic encajó la decisión arbitral de mala gana. Tan mala que se quedó en estado de shock, enfadado con la situación, perdido y enfadado con el árbitro que perdonaba a Ponzio y a Lanzaro (al que expulsó en la segunda mitad) y a Antonio Tomás con espíritu caritativo porque se le mojaron las hojas del reglamento donde se establece la sanción por agarrones: medía el tamaño de las uñas que rasgaban la camiseta.

Al Athletic le asaltó de nuevo el síndrome del colista, ese que le hace pensar que si algún día fuera el último perdería contra sí mismo. Por una u otra razón, propia o ajena, el mundo le da vueltas demasiado deprisa en San Mamés cuando llama a su puerta algún necesitado

Entró en coma el partido al minuto 20 porque el Zaragoza no lo buscó y el Athletic no lo encontraba. Dudaba el equipo maño entre arriesgar el punto o madurar la victoria en busca de un nuevo cofre de la fortuna. Jugaba Lafita y resguardaba Ponzio, amenazado, eso sí, por su tarjeta amarilla y su delicada situación en el campo. En las dudas se perdió el Zaragoza.

El Athletic jugaba con el alma y con ansia, y con precipitación, especialmente Ander Herrera, que se echó el equipo a las espaldas con una actitud que bien pudiera haberse echado a dos o tres más. Bien es cierto que perseguido por sus ex compañeros pero tan acelerado que malgastaba su talento.

Bielsa resguardó la defensa con San José y prefirió a Iturraspe en el centro sacrificando a Íñigo Pérez, menos potente.

Pero la máquina del corazón funcionó. El Athletic se tiró un largo, tras sufrir un susto de... Lafita (¿quién si no?) y puso cerco al Zaragoza para quitarle el resuello y las pocas ganas que le quedaban de vencer. Era un juego un tanto alocado, pero que permitió la resurrección de Muniain, ya jugando entre líneas, conduciendo, regateando, profundizando, con poco tino, pero con mucha presencia. La expulsión de Lanzaro (estaba cantada) reanimó el amor propio del Zaragoza que encontró un argumento para justificar su actitud defensiva, timorata.

Pero el Athletic estaba dispuesto a romper el electrocardiograma del partido y Toquero remató un centro de De Marcos cuando el Zaragoza agonizaba. Infarto superado.

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