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'El chuncho' de Sampaoli revoluciona el fútbol chileno

El técnico del Universidad de Chile, con un juego ofensivo heredado por su devoción a Bielsa, conquista la Copa Sudamérica tras vencer al Liga de Quito (3-0)

Hace pocos años, el fútbol chileno, que vive ahora con efervescencia por el laurel conquistado anoche por la Universidad de Chile en la Copa Sudamericana (3-0 al Liga de Quito), era una calamidad en todos los sentidos. En la cola de las clasificatorias para el Mundial de Japón y Corea, y de Alemania, vivió su primavera refundacional con la llegada (2007) de Marcelo Bielsa al banco de la selección y de Harold Mayne-Nicholls, un hombre de la FIFA, al timón de una federación.

El fútbol era una vergüenza para un país que había dado un salto brutal de modernidad en su transición hacia la democracia después de desalojar a Pinochet del Palacio de la Moneda [sede del presidente de la República de Chile]. El fracaso de la Copa América de Venezuela de ese año, con escándalos de indisciplina frecuentes, propició la renovación y la llamada refundación del fútbol chileno, liderada por el entrenador argentino, que vació el armario y empezó su trabajo con una estimable generación que había obtenido el tercer lugar en el mundial sub 20 de Canadá con jugadores como Alexis, Medel, Vidal (Juventus) e Isla (Udinese).

Contribuyó la llegada de la legislación que convirtió a los clubes, arruinados, en sociedades anónimas deportivas que despertaron el apetito de los grupos económicos, que se hicieron con el control de Colo-Colo, la U de Chile y la U Católica, los tres grandes, y crearon una estimulante clase media que lucha por consolidarse en la batalla de títulos y copas. El apetito empresarial alcanzó a Sebastián Piñera, hincha del Universidad Católica, que recorriendo la ruta berlusconiana al poder, se hizo con el control de Colo-Colo, el equipo más popular y el único que exhibe una copa continental, la Libertadores (1991) en sus vitrinas, como atajo para mejorar su popularidad en el camino a la Moneda.

El dúo Bielsa-Mayne Nicholls consiguió un reencantamiento de la sociedad con La Roja después de los bochornos pasados y llevó a la selección a una serie clasificatoria maravillosa en la que se ganó por primera vez a Argentina y Chile fue segundo en la durísima serie sudamericana. Este enamoramiento del equipo con la sociedad tenía en la base la ética y estética bielsista. Hay solo un camino para cada partido: salir a ganarlo sea quien el rival y el escenario.

A pesar del éxito del negocio, los grupos controladores de los clubes decidieron acabar con Bielsa y Mayne-Nicholls para recuperar el control de la federación y potenciar sus clubes. La jugada le salió cara al presidente Piñera, con quien el actual entrenador del Athletic había tenido sonados desencuentros. Piñera, que tuvo que vender su participación en Colo-Colo entre otros activos a su llegada al gobierno, fue identificado por la masa como uno de los instigadores del pucherazo, de manipulación electoral, y duramente castigado en las encuestas. Se reinstalaron el desencanto popular y el desinterés, y hasta ahora los clubes no habían sido capaces de construir equipos competitivos y menos retomar la conexión mágica con sus hinchadas.

No lo ha conseguido todavía la nueva selección dirigida por Claudio Borghi, también afectada por brotes de indisciplinas y noticias de nuevas borracheras en su seno; ni el poderoso Colo-Colo que fagocita entrenadores y fracasa en su política de fichajes aunque siempre amenaza con arrasar en los plays offs que definen cada campeonato, como ahora. Tampoco lo ha conseguido la Universidad Católica aunque el año pasado ganó un título de Liga -se juega uno cada semestre- y alcanzó los cuartos de final de la Libertadores conducida por Juan Antonio Pizzi.

La magia ha llegado del tercero en discordia, la Universidad de Chile, que exhibe un año espectacular. La U acertó con la contratación de Jorge Sampaoli, un argentino devoto de Marcelo Bielsa, curtido en las ligas peruanas, chilena y ecuatorianas, siempre en equipos menores. Sampaoli, como Bielsa, un obsesionado del método, de la ocupación territorial y la funcionalidad táctica, ha creado en un año un equipo que la prensa brasileña bautizó como el Barcelona de América en el reciente cruce con Vasco da Gama en semifinales de copa Sudamericana.

La U, conocida como el Chuncho, por el búho nativo que simboliza su pasado universitario, ganó el primer torneo del año y en la copa Sudamericana (equivalente a la Europa League) despachó a Fénix y Nacional uruguayos, Flamengo (con un histórico 0-4 en Río), Vasco da Gama brasileños y Arsenal argentino, de manera invicta. Lo mismo ocurrió anoche ante el Liga de Quito, el auténtico rey sudamericano de los últimos cinco años, con cuatro copas continentales, incluida la Libertadores (2008).

El equipo de Sampaoli no tiene figuras si exceptuamos a Edu Vargas (22) el delantero que marcó regateando a Casillas en su estreno internacional, y el único futbolista sudamericano que puede discutir con Neymar el balón de oro continental del año. Dos goles en la final de la Copa Sudamericana lo ratificaron. Pero sobre la estrella, está el equipo. Una clase de equipo que embellece la táctica. El chuncho de Sampaoli juega descaradamente al ataque (3-3-1-3), hace de la presión adelantada su religión, desprecia la posesión y el juego posicional, pero ofrece una versión modernista del fútbol total.

Nadie, ni el mister, había previsto la explosión de la U para este semestre. En la estela refundacional marcada por Bielsa ha reconstruido en meses el hilo mágico con su inmensa afición que desbordó las taquillas para la vuelta ante Liga de Quito, y provocado incidentes en Santiago y cinco ciudades en la puja por un boleto para ese partido, su primera final continental en 84 años.

Sampaoli, asceta como Bielsa, sedujo con la promesa de que atacaría al Liga en su fortaleza quiteña, y que podía perder o ganar, pero que no se detendría en retóricas sin contenido. Al final, atacó y ganó. La promesa del Chuncho es la de un amor adolescente, devocional con el espíritu y la estética del juego atacante, una promesa que tiene al pueblo azul bullendo, ya con su primer título continental.

El entrenador de Universidad de Chile, Jorge Sampaoli, celebra el triunfo de su equipo sobre Liga de Quito.
El entrenador de Universidad de Chile, Jorge Sampaoli, celebra el triunfo de su equipo sobre Liga de Quito.FELIPE TRUEBA (EFE)

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