El Santos jugará la final

El Santos se clasificó para la final del Campeonato del Mundo de clubes después de deshacerse del Kashiwa Reysol, japonés (3-1). El campeón de la Libertadores se adelantó pronto en el marcador, pero no se impuso en el juego. Tuvo poco la pelota, porque dio por decidido el partido muy pronto, gracias a los goles de Neymar, que abrió el marcador en el minuto 19, y de Borges, que en el 24 dejó la eliminatoria casi sentenciada. Pero nunca interpretó bien el duelo, que terminó por hacérsele largo.

Neymar dejó apenas un par de detalles, lo justo para marcar diferencias. El 11 del Santos tiró de talento y a la primera que olió fue red: se acomodó el balón con un recorte en la frontal -muy suyo, pisando y arrastrando- para golpear con el pie izquierdo plano, por la escuadra. A los 19 minutos, los japoneses despertaron del sueño; a los 24, un zapatazo de Borges desde fuera del área les devolvió a la cruda realidad. El fornido delantero, pared donde pivota a menudo el equipo para activar a Neymar, lo festejó con espectaculares volteretas. Solo por eso valió la pena el gol.

Le quedaba demasiado tiempo al partido como para que el Santos especulara, pero eso fue lo que hizo. Quitó una marcha, cedió terreno y terminó por malquerer al balón. Está por ver si fue porque se relajó o porque los japoneses le sacaron los colores. Revoltosos pero inocentes, blandos aunque voluntariosos, movieron bien la pelota los locales, típico equipo de corte nipón, bien intencionado pero asustadizo. Dominaron durante buena parte del partido y tuvieron, al menos, las mismas ocasiones que su rival. Todo el tino que le sobró al Santos le faltó a su rival, que se metió otra vez en la pomada con un remate de Sakai a la salida de un córner.

La emoción duró poco tiempo. Danilo sacó una falta y marcó el tercero, favorecido por la incapacidad de Sugeno, el portero japonés, al que le faltaron reflejos en un lanzamiento intencionado pero flojo. Con todo perdido, apretó el anfitrión. Sawa, por dos veces, tuvo el gol en sus botas, pero la primera la estrelló en el palo y a la segunda llegó tarde a un centro de Leandro. No jugó bien Ganso, Neymar apareció en cuentagotas, tocado desde que su compañero Henrique le piso sin querer en el primer tiempo, y el Santos, con un dibujo vertical, un 4-2-2-2 que le dio más resultado que juego, terminó por ser eficaz hasta decir basta, pero fue insípido y a ratos desmadejado. Le salió bien y jugará la final en busca del Tricampeonato del Mundo, pero terminó tieso -Danilo pidió el cambio aquejado de calambres musculares- y achicando balones.

Un equipo sudamericano no se proclama campeón del mundo desde que el Internacional del Porto Alegre ganó al Barcelona en Yokohama el año 2006. El domingo, en el mismo estadio, lo intentará el Santos.