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Casquero caza al camaleón

El Getafe se impone a un Granada de dos caras con un zapatazo afortunado del centrocampista

El Granada jugó al despiste y cayó de rebote. Arrancó el encuentro atrincherado y mezquino y tras el descanso se convirtió en un vendaval vertiginoso. Pero Casquero desempolvó sus zapatazos, cazó al camaleón y, de carambola tras un rebote, le dio al Getafe su tercera victoria consecutiva en casa. De paso, el centrocampista se apuntó otra línea en la enciclopedia del club al convertirse en el primer jugador azulón en marcar en seis temporadas distintas.

Obligado por las penurias clasificatorias, por su condición de local y por la visita de un recién ascendido, el Getafe arrancó aplicado y mandón. Impulsado por la potencia de Abdel Barrada y por el talento grácil de Sarabia, comenzó a atosigar a un Granada timorato. El centrocampista de origen marroquí regresaba al once de Luis García tras contribuir con tres goles a la clasificación de su país para los Juegos de Londres en 2012 y, liberado de obligaciones defensivas, impuso de inicio su zancada desde la media punta. El canterano madridista secundaba la apuesta trazando elegantes diagonales camino del área partiendo desde la banda derecha y descubriendo las primeras fisuras en el dique de contención planteado por Fabri. Pero detrás del voluntarismo azulón y de sus prolongadas posesiones no se adivinaba un plan claro para desarmar a un rival rocoso y camaleónico.

GETAFE, 1 - GRANADA, 0

Getafe: Moyá; Valera, "Cata" Díaz, Rafa, Mané; Míchel (Casquero, m.57), Lacen, Barrada; Sarabia (Colunga, m.55), Diego Castro; y Miku (Güiza, m.69).

Granada: Roberto; Nyom (David Cortés, m.76), Siqueira, Iñigo López, Pamarot; Yebda (Moisés, m.10), Mikel Rico, Abel Gómez, Franco Jara; Uche e Ighalo (Alex Geijo, m.74).

Goles: 1-0: M.75 Casquero.

Árbitro: González González (Comité Castellano-Leonés). Amonestó a Diego Castro y Michel, del Getafe, y a Siqueira, del Granada.

Incidencias: encuentro correspondiente a la decimosexta jornada de la Liga de Primera División disputado en el Coliseum Alfonso Pérez de Getafe ante unos 10.000 espectadores.

El Granada llegaba al Coliseum tras firmar dos enjundiosos triunfos en sus dos últimas salidas. Después de tomar el Sánchez Pizjuán y San Mamés a base de orden, defensa y abnegación, en Getafe dieron una vuelta de tuerca a su cicatería. Renunciando al balón y encomendándose a los guantes de Roberto, los de Fabri apenas cruzaron el centro del campo en el primer tiempo. La estadística al descanso delataba su renuncia a participar del juego: 14 remates del Getafe por ninguno del Granada, y 73% de posesión a favor de los locales por 27% de los visitantes (52% a 48%, al final). Pero la ambición de los azulones, carente de arrebatamiento y fiebre, devenía en un quiero y no puedo que provocaba el bostezo en las gradas, desangeladas como de costumbre.

Una vez completado su desgaste por aburrimiento, el Granada se estiró tras el receso. En apenas tres toques se plantó ante Moyá y Abel Gómez tuvo el gol en su bota derecha tras un caracoleo vibrante de Ighalo. Despejó el peligro el guardameta getafense, pero de un plumazo el partido cambió de rumbo. El gato se convirtió en un tigre de bengala. El Getafe rescató sus miedos de equipo quebradizo y el Granada se lanzó a buscar su tercera fiesta lejos de Los Cármenes.

Luis García trató entonces de recomponer su pizarra, con las fichas destartaladas tras el golpe en la mesa del conjunto granadino. Recurrió a Casquero para sostener el centro del campo y a Colunga y Güiza para revitalizar el ataque. Pero no mejoró mucho el panorama para sus intereses. Para entonces, Ighalo se había convertido en una pantera desbocada en el ataque del Granada que provocaba la tiritona de la defensa del Getafe en cada fibrosa arrancada. El paso de los minutos desordenó los dibujos, desató el partido y convocó a la emoción. El triunfo se convirtió más que nunca en una cuestión de azar. Y la moneda, como ante el Barça, volvió a caer de cara para los de Luis García. Casquero aprovechó un balón que quedó huérfano en la frontal para lanzar uno de sus zapatazos de marca registrada que, tras rebotar en una rodilla de Íñigo López, batió a Roberto. La fortuna, tantas veces esquiva para los azulones, les otorgaba tres puntos en los últimos minutos. Ese tramo donde antes siempre sucumbían.

Javier Casquero, del Getafe, celebra su gol contra el Granada.
Javier Casquero, del Getafe, celebra su gol contra el Granada.EMILIO NARANJO (EFE)
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