Maestro de la potencia, aprendiz del control

Arnold Palmer fue una de las primeras figuras mediáticas del golf, el hombre que consiguió que la televisión estadounidense comenzara las retransmisiones y tomara el relevo de la radio; Seve Ballesteros extendió el virus por toda Europa; y ya se sabe que Tiger Woods cambió este deporte para siempre al adentrarlo en una nueva era global y cambiar la mentalidad de los jugadores, más atentos que nunca a su preparación física. El siguiente paso, durante la última década, ha sido el cultivo del poder mental. Según un estudio del circuito europeo, la mayoría de los golfistas considera que la falta de concentración les impide en ocasiones obtener mejores resultados y que el dominio de su cabeza tiene tanto o más valor que el control de sus muñecas y hombros.

Hay jugadores que rechazan la ayuda psicológica, simplemente porque no la consideran útil para ellos, como es el caso de Sergio García. Otros se sirven por su cuenta, como Tiger, que incluso practicó con la "autohipnósis" y que es capaz de jugar en un estado de total abstracción mental. Veteranos como Olazábal y Jiménez prefieren otros métodos más tradicionales. Y algunos van descubriendo las ventajas de la terapia en los últimos meses. Gonzalo Fernández-Castaño, por ejemplo, ha trabajado con Óscar del Río, psicólogo de la federación española. También ha recurrido a la psicología Pablo Larrazábal. Y también Álvaro Quirós, desde principios de año. Los tres han conseguido títulos este año. El gaditano, además, está a punto de conseguir un doblete histórico en Dubai.

Quirós es líder con dos golpes de ventaja sobre el escocés Paul Lawrie, tres sobre el sudafricano Louis Oosthuizen y cuatro sobre el inglés Luke Donald, que ha superado a Rory McIlroy y está a punto de convertirse en el primer golfista es liderar las dos listas de ganancias, estadounidense y europea, al final de la temporada -Sergio García es octavo a seis impactos-. Después de ganar a principios de curso también en Dubai, Quirós ha exprimido en el desértico campo toda su pegada y la ha salpicado con gotas del mejor control. Son los beneficios de ser ahora un jugador menos temperamental sobre el verde, más frío, con las emociones a salvo. Lejos quedan esos primeros años en los que, como en su debut en Augusta, acababa de los nervios por no mantener enjaulada a la fiera. Gracias a la ayuda psicológica, al trabajo con su entrenador, Pepín Rivero, y a su propia madurez, Quirós ha escalado en el golf internacional. No es solo un pegador descomunal, el mejor de Europa en cuatro de los cinco últimos años, sino también un golfista fiable sobre el green.

Algo extraño tiene ese hoyo 18, un par cinco, cuando Quirós, que es un especialista cuando el campo se alarga, no ha hecho el par en ninguno de los tres días de campeonato: bogey el primer día, eagle en el segundo, y de nuevo bogey hoy. Fue la mancha a una buena tarjeta (eagle en el hoyo 7) que le sitúa ante la última jornada con dos golpes de ventaja, pero con todavía tajo por delante. Hace una semana, Quirós perdió el liderato en Hong Kong el último día, y McIlroy se aupó al primer puesto. Ahora, en Dubai, tiene otra oportunidad para demostrar que es más que un maestro de la potencia.