Dos supervivientes
Ante la Copa de Maestros, Nadal y Ferrer reivindican su capacidad para reinventarse con éxitos tras las decepciones de 2011
En la Copa de Maestros, dos supervivientes españoles. Rafael Nadal, el número dos, y David Ferrer, el número cinco. Dos hombres capaces de llegar hasta la cita más prestigiosa, que reúne en Londres a los ocho mejores competidores del curso, pese a que su temporada les ofreció la tentación de dimitir tras sinsabores dolorosos. Ninguno cayó en la trampa. Ambos lograron éxitos importantes. En consecuencia, desde el domingo compiten en Londres: el mallorquín (Grupo B) abre su participación a las 21.00 y contra el estadounidense Mardy Fish, después de que el suizo Roger Federer compita contra el francés Jo-Wilfried Tsonga. El lunes, a las 15.00, David Ferrer (Grupo A) lo hará contra el británico Andy Murray. Les seguirá, a las 21.00, el Tomas Berdych-Novak Djokovic.
Para Ferrer, este año, también estuvo Murray al principio del todo, cuando se midieron en la semifinal del Abierto de Australia, marcada por un punto para el psiquiátrico. El español había ganado el primer set. Tenía bola de break para hacer suyo el segundo, lo que le dejaba a las puertas de su primera final grande. "¡Y él ni se enteró de que era bola de set!", se lamenta repantingado sobre un sofá. "No es que piense mucho en ello, pero ahora que me lo recuerda...", tuerce el gesto el alicantino. Liberado de la presión de saber que estaba compitiendo una bola decisiva, Murray disparó un saque imposible para Ferrer. Desde ese instante cambió el duelo, que hizo suyo el escocés. El español pudo estar penando toda la temporada esa ocasión desperdiciada. Sin embargo, superó eso, igual que las finales perdidas en Montecarlo, Barcelona, Bastad y Shanghái, para firmar un curso estupendo, coronado por dos títulos. "Todos los años mejoro un poco", avisa; "y este año llego a Londres con mentalidad un poco más ambiciosa que en 2010 (no ganó ningún partido), aunque con el mismo cansancio de entonces".
Nadal, campeón de Roland Garros 2011, tampoco escapó a los peligros de que su corazón quedara roto por las decepciones. El serbio Novak Djokovic le ha vencido en seis finales este año, incluidas la de Wimbledon y el Abierto de EEUU. Nunca estuvo tan cerca del desastre el mallorquín como en Roma y frente al número 148 del mundo. Paolo Lorenzi, todo un desconocido, le ganó el primer set y le apretó de lo lindo en el segundo. El español tenía frescas en la memoria sus primeras derrotas ante el serbio. Dudó. Tembló. Jugó sin tino... y superó el trago, victorioso. Hoy, en Londres, reivindica el haber sido capaz de levantarse una y otra vez frente a esas decepciones. "Sabía", cuenta el ganador de tres títulos en 2011; "que yo era un buen perdedor, que podía seguir luchando pese a las derrotas previas. Creer, a veces, te hace ir un pelín más allá".
En Londres, los dos españoles juegan con la final de la Copa Davis en el horizonte, sobre cemento y bajo techo, su peor superficie, y frente a especialistas en la materia: el serbio Djokovic, el suizo Federer, el británico Murray, el francés Tsonga, el checo Berdych y el estadounidense Fish. Todo parece contra ellos... pero en los otros banquillos, nadie, ni por un segundo, se fía de los españoles.
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