El Valencia debe 180 millones menos

Reducir gastos, enjugar deuda y seguir siendo competitivos resultó la complica da misión que Manuel Llorente tuvo que afrontar en el Valencia cuando asumió su presidencia dos años atrás. Se encontró con una situación terrible, con un club a punto de desaparecer por los sueños de grandeza del expresidente Juan Soler y la nula gestión de su sucesor, Vicente Soriano. "Vemos la luz al final del túnel, pero todavía estamos muy adentro del túnel", confesó Llorente en la Junta General de accionistas celebrada en las horas previas al encuentro en el que el Valencia debe medirse al Madrid en Mestalla.

Llorente se expresa más como hombre de empresa que como un gestor deportivo, consciente de que la parcela económica y deportiva tienen que ir de la mano. En dos años, el Valencia ha reducido su deuda en 180 millones de euros, un tercio del total y que tenía al club de Mestalla hipotecado hasta las cejas y al borde del desahucio. Tal rebaja del pasivo ha sido posible por la ampliación de capital, cuya mayoría de acciones son ostentadas por la Fundación del Valencia y de pequeños accionistas entre los que destaca el lateral portugués Miguel Brito, que compró 550 títulos, paradójicamente, del club que lleva tiempo queriéndose deshacer de sus servicios.

Además, ha sido importante e imprescindible para hacer caja la venta de futbolistas importantes como Villa, Silva y Mata, cuyas nóminas también resultaban elevadas y hacían que el presupuesto se disparase. "Hemos vuelto a situar los gastos de explotación al nivel de 2001. Hoy hay control, rigor y seriedad, además de credibilidad en España y fuera de España. Pese a todo, queda mucho camino por recorrer", expuso Llorente con el moderado optimismo pragmático que le otorgan las cifras.

"En el año 2009 había 550 millones de euros de deuda y se habían perdido 70 en la campaña 2008-2009. No era posible acabar el estadio, los gastos corrientes estaban disparados y el equipo no estaba en la Liga de Campeones", redundó Llorente en la caótica situación que se encontraba el Valencia a su llegada, para reforzar la exposición de su gestión en las dos temporadas que ejerce de presidente. Llorente se encontró con las obras del nuevo estadio a mitad construir y paralizadas desde febrero del mismo año. Hoy se cumplen precisamente 1.000 días desde que las empresas encargadas de levantar el nuevo Mestalla abandonaran la faena debido a los impagos. Sobre la terminación de la que será la nueva casa del Valencia, Llorente se mostró prudente. "Llevamos dos años trabajando en diferentes alternativas. Tenemos claro que en ningún momento el hacer el campo nuevo debe suponer que aumente la deuda del club", se sinceró.

La llave para concluir el nuevo estadio está en la venta de las parcelas del actual emplazamiento de Mestalla, hipotecado en 225 millones de euros, 200 de los cuales corresponden a Bankia y los otros 25 al Banco de Valencia. Las dos entidades financieras son las principales interesadas en encontrar comprador para el vetusto Mestalla, ya que los 225 millones de deuda del club con ambos bancos pueden quedar enjugados con las parcelas. Por ello, han prorrogado el crédito un año más al Valencia, que lleva dos temporadas pagando solo los intereses del préstamo que ascienden a 15 millones de euros anuales. Aún así, el Valencia terminó el curso pasado con 300.000 euros de superávit y en la actual campaña espera aumentar a 4,6 millones -ingresará 104 millones en total y gastará casi un centenar-, a pesar de haber perdido el 8% de sus abonados y dejado de recaudar dos millones en tal concepto. Toda una ingeniería financiera que ha permitido no solo salvar al Valencia, sino mantenerle en la élite.