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Miribilla no surte efecto

El Bizkaia pierde en su casa ante el Fenerbahçe y complica su futuro en la Euroliga

El grupo del Bizkaia BB tiene miga. A pesar de nombres míticos de la Euroliga, Fenerbahçe turco (anfitrión, al menos su pabellón, de la final four) y Olympiacos griego, junto al Caja Laboral, hasta la fecha el más solvente. Y, sin embargo, es el duelo de la igualdad, lo que hace que defender tu casa sea lo más parecido a la supervivencia. El Bizkaia, mal viajero, sabe que debe sobrevivir en su territorio en espera de vuelos menos ajetreados. De momento, ayer, ante un rival de prestigio dejó las llaves puestas en la puesta y le vaciaron de existencia, a pesar de que ajustó la defensa, más agresiva, más intensa, liderada en muchos momentos por Hervelle, una especie de jabato bajo su aparente aspecto frágil, que acabó contagiando a toda la tropa. Y eso que el belga resbaló en la primera acción del partido, todo un síntoma para los supersticiosos. Fue un accidente. Parecía un engaño, pero acabó siendo un mal presagio. El belga imprimió carácter al equipo y su testigo lo tomó de mil amores Marko Banic, el tipo más singular del equipo vizcaíno, que asumió sin despeinarse (literalmente) el alma defensiva del equipo y el contrapunto anotador para mantener la autoestima del colectivo.

Bizkaia BB, 70; Fenerbahce, 73

Bizkaia BB (21+15+22+12): Jackson (7), Vasileiadis (15), Mumbrú (8), Hervelle (8) y D'or Fischer (4) -cinco inicial-; Raúl López (9), Josh Fisher (-), Grimau (-), Banic (17), Mavroeidis (2) y Blums (-). Entrenador: Fotis Katsikaris.

Fenerbahce Ulker (26+6+21+20): Ukic (4), Onan (8), Sefolosha (4), Gist (10) y Vidmar (3) -cinco inicial-; Jerrells (15), Preldzic (7), Bogdanovic (19), Peker (1) y Savas (2). Entrenador: Neven Spahija.

Aún así, el Fenerbahçe no hizo ni una sola mueca de fastidio. Ni se marchó, cuando tuvo la muñeca fácil de Bogdanovic, ni cuando el Bizkaia le apretó las tuercas con su defensa infernal y con la otra muñeca de Vasileiadis, un tipo ciclotímico. Por eso el partido estaba abocado a un final agónico. Una resolución, quizás accidental de primus inter pares. Solo en el segundo cuarto se sitió el Bizkaia superior al equipo turco, cuando le endosó un 15-6 que sin ser atronador le presentó el camino más sencillo de lo que parecía. Fue su momento de gloria, antes y después le esperaba el sufrimiento. Se esperaba, cómo no, a Bogdanovic, pero se le añadieron Gist y Jerrells en la virtud anotadora, complicando un partido que se movía permanentemente en el alambre de la indefinición.

La muñeca ya obedecía solo a las cabezas frías y al Bizkaia, sin Hervelle, se le iba calentando el corazón en exceso, en el último cuarto, el de la verdad, el que no tiene solución, el que ya se define por el cansancio, por el alma más que por el cuerpo.

Comenzó el Fenerbahçe a devolverle la moneda del segundo cuarto pero en un momento más delicado. Spahija, el técnico del equipo turco, movía y movía el banco en busca de frescura, de sorpresa, de alternativas. Katsikaris en menor medida, pero la ausencia de Hervelle, lesionado, había dejado de contagiar mensajes positivos en defensa. Se ofuscó el Bizkaia ante la parsimonia del Fenerbahçe, se aceleró en exceso y acabó perdiendo los últimos minutos del partido, allí cuando se requiere el pulso lento de la tensión baja, en vez del acelerón por alcanzar la canasta de cualquier manera. Dio por momentos sensación de individualismo. Y lo pagó con una derrota que le sume en todas las dudas. Miribilla ya no es el argumento.

D'Or Fischer evita el marcaje de Jerrells.
D'Or Fischer evita el marcaje de Jerrells.RAFA RIVAS (AFP)

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