Postiga, pistolero a sueldo
Postiga salva un punto para el Zaragoza en el descuento y lo celebra con un gesto de mal gusto
Helder Postiga es un futbolista que ha hecho carrera con su gatillo. Postiga va a lo suyo y no perdona. Pura pólvora, es incapaz de asociarse con nada y con nadie, salvo con el gol, cómodo como está en su permanente y exclusivo duelo, ese que le remite cada 15 días a un portero distinto.
Ayer, Postiga salvó los cuartos al Zaragoza, protagonista como fue en los dos tantos del conjunto blanquillo. Especialmente determinante fue su aparición en el minuto 93 del encuentro, que tuvo más goles que fútbol y que presidió la tensa emoción de quienes viven con un socavón de puntos a sus pies. Ayer, Postiga no se ofreció ni combinó con nadie, pero metió un gol y medio y fue quien arañó un punto para el Zaragoza, que venía de perder en los últimos tres partidos. Algo es algo. En su caso, es mucho.
ZARAGOZA, 2 - SPORTING, 2
Zaragoza: Roberto; Juárez (Ortí, m. 57), Lanzaro, Da Silva, Paredes; Micael (Oriol, m.85), Ponzio; Luis García, Juan Carlos (Lafita, m. 69), Barrera; y Postiga. No utilizados: Leo Franco, Kevin, Zuculini, Franco y Mateos.
Sporting: Juan Pablo; D. Suárez, Botía (Gregory, m. 87), Iván Hernández, Canella; Eguren, Rivera; Trejo (Ayoze, m. 76), A. Castro, De las Cuevas; y Barral (Bilic, m. 78). No utilizados: Cuéllar, Alvarez, Leon y Sangoy.
Arbitro: Ayza Gámez. Mostró la tarjeta amarilla a Micael, Juan Carlos, Poncio y Suárez
Goles: 1-0. M. 28. Botía, en propia puerta. 1-1. M.30. Barral. 1-2. M. 43. Barral. 2-2. M. 93. Postiga
La Romareda. 18.000 espectadores.
El problema, lo triste, es que Postiga no tuvo mejor ocurrencia para festejar el segundo gol, sobrepasado el minuto 90, que irse a buscar a Eguren y realizar ante él un feo gesto, como una masturbación.
Postiga, sin embargo, no pudo sacar mejor rendimiento a su participación: un remate, gol y medio. Resulta que a la media hora llegó tarde Postiga a rematar el balón en una falta lateral, pero molestó lo suficiente a Botía para que el rechace del defensa central se clavara en su propia puerta. Postiga ya le había hecho una muesca al revólver y ni había desenfundado. No le alcanzó al Zaragoza ponerse en ventaja para manejar del duelo seguramente porque apareció mucho Luis García y nada Lafita, en el banco durante la primera hora del partido. Hubo poco juego porque el Zaragoza parece tener piedras en las botas.
A decir verdad, en el duelo hubo más goles que nada. En La Romareda, los goles del Sporting los firmó Barral, con olfato de auténtico ariete, pisando el área en el terreno justo y con remate certero. Esos dos goles dejaron temblando al Zaragoza antes del descanso, pero vivo.
Aunque el Sporting podría haber dado por bueno el puntito antes de empezar, tuvo la victoria, pues le puso más sentido, criterio y alma a su fútbol, pero perdió el premio en el descuento, habiéndose merecido mucho, por un mal golpeo en un despeje. A Preciado y a su equipo le amargaron la tarde dos malos rechaces, un castigo exagerado.
El equipo de Aguirre tiene cicatrices en el rostro y no se asusta de encarar una segunda parte tan cuesta arriba. Tenso el músculo, apretó los dientes y compareció en escena para encarar la segunda parte con el colmillo afilado, tratando de imponer la ley del profesional a sueldo, de Roberto a Postiga, de Lanzaro a Luis García.
Le salió bien, si atendemos al marcador, pero no deja de ser preocupante que el Zaragoza aportara tan poco en un partido de tanto riesgo y tan necesitado como estaba de ganar.
Terminó sacando un empate contra un rival directo, porque terminó por asomar Lafita y porque al final le alcanzó el oficio. Se las saben todas los zaragocistas y salieron vivos del entuerto gracias a un disparo agónico del portugués. De eso, de sacar goles donde solo hay un error del rival, vive Postiga y sobrevive el Zaragoza.
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