Arda Turan recompone al Atlético
El medio y el goleador Adrián, únicos en significarse en campo ajeno, desmontan al Zaragoza
Renunció el Zaragoza a jugar un partido de fútbol y lo festejó con alivio el Atlético, que recobró el gol y parte de la compostura, se reencontró con el triunfo y atornilló al técnico Manzano hasta próximo aviso. Victoria catapultada por Arda Turan -jugador de detalles geniales, con un ordenador y el pase definitivo en la cabeza- y firmada por Adrián, que tiene el gol en las botas.
Más que con respeto, el Zaragoza afrontó el duelo con pavor, tan timorato como indefinido, con ocho futbolistas por detrás de la pelota, un castigo superlativo para la ambición. No le sobra al equipo remate ni gol, y alinear una zaga de cinco y tres mediocentros solo le sirvió para anular las líneas de pase, para ningunear las rampas hacia el área rival. El Zaragoza ni siquiera se presenció en campo adverso. Una penalidad incomprensible en el fútbol; toda una algarabía para este Atlético, que encontró en la esterilidad del rival la vitamina necesaria.
ATLÉTICO, 3 - ZARAGOZA, 1
Atlético: Courtois; Silvio (Perea, m. 66), Godín, Domínguez, Filipe Luis; Mario Suárez (Tiago, m. 78), Gabi; Arda Turan, Diego (Koke, m. 87), Adrián; y Falcao. No utilizados: Joel; Miranda, Assunção y Salvio.
Zaragoza: Roberto; Juárez, Lanzaro, Da Silva, Paredes (Lafita, m. 46), Barrera (Juan Carlos, m. 64); Ponzio, Meira, Zuculini (Micael, m. 46); Luis Garcia; y Postiga. No utilizados: Leo Franco; Mateos, Oriol y Ortí.
Goles: 1-0. M. 18. Adrián remata un centro de Arda Turán. 2-0. M. 31. Domínguez resuelve con la cabeza una jugada ensayada. 3-0. M. 75. Adrián aprovecha un pase de Filipe. 3-1. M. 79. Postiga, tras un córner.
Árbitro:Estrada Fernández. Amonestó a Mario Suárez, Gabi, Ponzio y Filipe Luis.
Unos 35.000 espectadores en el Calderón.
Necesitado en lo deportivo y más que crispado en lo social, el Atlético no argumentó su fútbol a través del pase, lejos de esa versión aseada e incluso presumida que destilaba al inicio del curso. Atiza la zozobra en el Calderón, con Reyes sentado en la grada, desterrado de la lista de Manzano porque se pasó de lenguaraz en San Mamés; con algún grito consensuado de las peñas en pro de la dimisión del presidente Cerezo; con los vomitorios del estadio recordando y reclamando a grito pelado reverdecer esos viejos tiempos con Luis Aragonés. Acidez que ni le va ni le viene a Adrián, que entiende que al fútbol se juega y se gana sobre el tapete; polémica que no comprende Arda Turan, que desaparece durante largas fases de cualquier encuentro, pero que cuando se significa lo hace como ningún otro.
Lejos de entregar caramelos, de repartir pases de lado a lado y atacar con la posesión, el Atlético expresó de nuevo que a su juego le falta tanta verticalidad como precisión, que se desbrava al cruzar la medular. Diego no engancha con nadie porque pretende siempre el pase imposible, porque es un mediapunta al que se le exige recular para darle salida al balón, toda vez que los medios no son organizadores y se encasquillan en la distribución. Los extremos, además, son presenciales, porque siempre tiran hacia dentro y jamás profundizan ni sacan centros para Falcao, delantero cabeceador por definición. Una desconexión, en cualquier caso, que tampoco impide la irrupción de Arda Turan. Resulta que el turco, nada anónimo en defensa -siempre encabeza el registro de robos de balón-, no siempre pide el cuero. Pero cuando lo hace, es determinante. Lee el juego, encuentra su hueco y clava el aguijón. Así lo hizo en el primer gol, cuando entendió que completaría el contragolpe en el lado opuesto al que se desenvolvía. Recibió la pelota en la banda izquierda, trazó un quiebro hacia atrás para desentenderse de dos rivales y puso un centro suave, con la izquierda, al punto de penalti, donde Da Silva debía estar y no estaba, donde aguardaba Adrián, que pareció quedarse suspendido en el aire y marcó los tiempos para girar el cuello hasta darle al balón la fuerza justa y enviarlo a la red. Era el otro grito del Calderón, el silencioso de Adrián, que perdió la titularidad tras golear en la fase previa de la Liga Europa porque Manzano atendió a los apellidos de los fichajes, a la jerarquía.
Insatisfecho, sin embargo, Adrián marcó otra diana, la tercera del Atlético, la que le sirvió Filipe en bandeja con un pase de la muerte tras ganar la línea de fondo, como se le reclama desde que comenzara la Liga. No hubo mucho fútbol, pero sí síntomas de que el Atlético es un equipo mayúsculo, que con bien poco puede hacer mucho. Por eso, en una jugada ensayada, a una falta lanzada por Gabi, Godín puso la pelota en juego desde el segundo palo y Domínguez la empujó a gol. Ni siquiera le importó al equipo rojiblanco recibir, en última instancia, un gol de Postiga tras un córner. El Atlético está vivo, recompuesto sobre todo por el pie de Arda Turan y el gol de Adrián.
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