Estados Unidos no falla
Las norteamericanas ganan los Mundiales de gimnasia tras dos fallos de Komova, la emergente estrella rusa
Antes de proclamarse campeón del mundo un equipo femenino de gimnasia tiene que hacer 32 ejercicios. Ejercicios repletos de complicados movimientos, siempre al límite. Por eso es habitual ver caídas, lágrimas, incluso entre las mejores selecciones del mundo. No es el caso de Estados Unidos. Las americanas se han proclamado campeonas en Tokio con 32 ejercicios sin caídas, solo con fallos ligeros. Rusia ha sido segunda y China, tercera.
Contaba la seleccionadora alemana hace unos años que cuando viajó a Estados Unidos para estudiar nuevos métodos de entrenamiento le impresionó el trabajo de piernas de las pequeñas gimnastas. Botaban, botaban y botaban desde chiquitas para fortalecer las extremidades y de ahí surgían gimnastas con piernas como ballestas y una capacidad innata para clavar los ejercicios. Hoy se ha visto en Tokio. Lideradas por una Jordyn Wieber que parece un robot y apunta a campeona individual a pesar de su gimnasia insulsa, las americanas han clavado uno tras otros los ejercicios, en salto, paralelas, barra y suelo, lo que tiene aún más importancia en una final en la que todas las notas -tres por aparato- suman.
CLASIFICACIÓN
1. Estados Unidos, 179,411 puntos.
2. Rusia, 175,329.
3. China, 172,820.
4. Rumania, 172,412.
5. Reino Unido, 169,670.
6. Alemania, 168,479.
7. Japón, 167,122.
8. Australia, 166,739
Las chicas de Marta Karolyi, la rumana que ayudó a fabricar a la gran Nadia Comaneci, y hoy ejerce de histriónica seleccionadora estadounidense, tienen otras armas: saltos más difíciles en potro, el aparato en el que se marcan las diferencias desde que se suprimió el 10,00, y una confianza increíble en sus posibilidades, más asombrosa aún si se tiene en cuenta que solo una de sus seis gimnastas, Alexandra Raisman, había competido con anterioridad en unos Mundiales y que han sufrido una baja fundamental, la de la campeona del mundo de salto, Alicia Sacramone, lesionada en Tokio.
Estados Unidos también tiene puntos débiles. Su gimnasia es robótica, fría y, en ocasiones, poco estética y su bajón en paralelas, el aparato en que antes destacaron, es palpable. Pero estas debilidades son nimias al lado de un equipo ruso reconstruido, pero que tiembla a la primera. Sobre todo su pequeña estrella emergente, Viktoria Komova. Imbatible como júnior, su grave lesión del año pasado ha debido afectar no solo al progreso de su preciosa y arriesgad gimnasia, sino también a su cabeza porque ayer se cayó de la barra tras un mortal que parecía tener dominado. El fallo no solo lastró a Rusia sino que, en el siguiente ejercicio, en suelo, Komova parecía ausente y a punto estuvo de acabar de morros en el suelo al ritmo del Lago de los cisnes.
A pesar de ceder el cetro mundial recuperado hace un año después de más de una década, los rusos pueden estar contentos. Tienen un equipo prodigioso, que rezuma ballet y técnica por todos los poros, y al que solo le falta madurar y recuperar a la vigente campeona del mundo, Aliya Mustafina, convaleciente de una lesión de rodilla.
Las chinas, también con un par de gimnastas que anuncian grandes cosas, y las rumanas, cuartas están aún un peldaño por detrás, pero también prometen un gran espectáculo el año que viene en los Juegos de Londres.
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