José Mari pone la pólvora

A los jugadores del Xerez se les nubla la vista cada vez que pisan el área rival y encaran el marco contrario. A todos menos a José Mari Romero (Sevilla, 1978), autor de los tres goles que ha rubricado hasta el momento el equipo andaluz, escaso de pólvora en su frente de ataque y que hoy recibe en Chapín (21.00, Canal+ Liga/GolTV) al Girona. "Es pura coincidencia", alega al otro lado del hilo telefónico el delantero sevillano, que en el último curso también fue el máximo realizador del cuadro azulón con 16 dianas en su cartilla; "he arrancado fuerte, me encuentro fino, pero para mí los datos son anecdóticos. No creo que exista una josemaridependencia y lo más importante es que funcionamos en defensa, la base para estar arriba en una categoría como esta".

No parece casual, no obstante, que los goles lleguen directamente de sus botas. Desde que aterrizase en Xerez la campaña anterior, José Mari se ha convertido en la gran referencia ofensiva y un activo imprescindible para su técnico, Juan Merino, que, pese a todo, niega que la plantilla carezca de artillería. "Sí, está él, pero también tenemos otros hombres con gol como Íñigo, Óscar o Tato", defiende el preparador, al que le obsesiona terminar con el bloqueo de los suyos en Chapín; "buscamos la fórmula para generar oportunidades. Fuera hemos demostrado que podemos marcar en cualquier momento, pero en casa estamos teniendo pocas opciones". "Es nuestro punto débil", prolonga José Mari, cuyos tantos han aportado los siete puntos que acumula el Xerez.

Primero derribó al Alcorcón, al que castigó con una acción de pillería tras presionar al portero en la salida y robarle la pelota para anotar a placer. Después emergió entre los zagueros del Alcoyano, también a domicilio, para trazar un soberbio testarazo que significó otro triunfo. Y en la última jornada, exhibió la calidad que le condujo a desfilar por equipos como el Sevilla, el Milan o el Villarreal con una carrera al espacio y la picadita posterior que sorteó al meta del Córdoba, aunque no evitó la derrota. "No estamos jugando bien", admite el estilete, que considera vital conseguir un triunfo en casa para desencallar al equipo y terminar con el runrún de la grada; "la afición, una vez más, está siendo ejemplar".

Como su trayectoria en el club. En apenas una temporada y tres encuentros, el futbolista criado en la barriada de San Felipe II suma 19 dianas y está a solo una de figurar entre los diez máximos goleadores de la historia del Xerez en Segunda. "Es un honor, pero no me gusta demasiado ser protagonista", señala. Lo ha sido, sin embargo, desde que debutase en la élite en las filas del Sevilla hace ya 14 años, o cuando el Milan extendió un cheque de 20 millones de euros por él para llevárselo a San Siro, donde las lesiones minaron un rendimiento que apenas tomó vuelo en un fugaz paso por el Atlético pero que se catapultó de nuevo en el Villarreal, con el que alcanzó las semifinales de la Liga de Campeones. Ansioso por regresar a casa tras la aventura, firmó por el Betis. "Me equivoqué", admite; "me pudieron las ganas de regresar a Sevilla".

Escaldado, repudiado por la feligresía verdiblanca, no tuvo reparos en bajar un escalón y poner rumbo a la Segunda División. Probó fortuna en Tarragona, con el Nàstic, y desembarcó tan solo un año después en Xerez, donde ha encontrado acomodo y puede compartir el día a día con los suyos en Sevilla. "Estoy en mi salsa", reconoce. Las cifras y una carcajada caballuna lo atestiguan: "¿acaso hay un sitio mejor?".