"Admiro a Barack Obama"
Stefan Bradl (Augsburg, Alemania; 21 años) se confiesa un enamorado de la Costa Brava. Conoce bien España, pues ganó el campeonato nacional en 2007, cuando se alejó de los circuitos mundiales algo alicaído. Hoy, tras perder el liderato de Moto2, sigue aspirando al título, pero mira de reojo a un español, Marc Márquez, que le ha recortado puntos a la velocidad del rayo.
Pregunta. ¿A qué jugaba de pequeño?
Respuesta. Cuando tenía unos cuatro años empecé a jugar a fútbol, me encantaba. Era delantero. Pero ahora no soy ningún hooligan. No me quita el sueño que el Bayern pierda, pero cruzo los dedos por ellos.
P. ¿Dónde dio su primer beso?
R. Seguramente, en la guardería... Pero el primer beso de verdad lo di a los 15.
P. ¿Recuerda sus mejores vacaciones de verano?
R. Sí, tenía unos 13 años, antes de empezar a competir, y me encontré una minimoto enfrente de casa. La reconstruí junto a un amigo y lo pasamos en grande, primero arreglándola y luego dando vueltas con ella. También recuerdo especialmente unas vacaciones en las Islas Mauricio con mi familia.
P. ¿Cómo es su casa?
R. Vivo con mis padres en una casa grande, aunque sin demasiados lujos. Las casas en las afueras de Múnich son normalmente bastante grandes. Yo tengo mi propia habitación y una sala para mí y mis cosas. Es perfecto, tengo mi intimidad y a la mama cerquita.
P. ¿Qué coche tiene?
R. Toyota es mi patrocinador, así que me compré un Lexus IS-F.
P. ¿Sigue algún ritual en las carreras?
R. No. Pero necesito que todo esté en su sitio: mis guantes, mi mono, mi casco, la botella... Si no lo tengo todo perfecto, en orden, me vuelvo loco.
P. ¿Vino o champán?
R. Nada. Solo el champán del podio, pero no bebo.
P. ¿Cuántos huesos se ha roto?
R. Uno, dos, tres: cuatro. No está mal.
P. ¿Le veremos el año que viene con una Honda o con una Yamaha?
R. Creo que me verán otro año más en Moto2, fundamentalmente por motivos económicos. Es lo peor de ser alemán, para ser honestos. Es muy difícil encontrar patrocinadores, incluso a este nivel tan alto. Para subir a MotoGP necesitaríamos el triple de dinero que necesitamos para Moto2, o incluso más.
P. ¿Qué consejos le da su padre, que fue subcampeón de 250cc?
R. Ya no me da muchos consejos, solo está a mi lado en los circuitos, se encarga de que el casco o el mono estén listos, me echa una mano y hace ese tipo de cosas que también son importantes en los circuitos: apoyarme y ejercer de representante.
P. ¿Cómo se las arregló para recuperarse de aquella depresión que le alejó de los circuitos hace unos años?
R. Con un poco de suerte y con convicción: me concentré en mi objetivo: si quería lograr algo, tenía que trabajar duro por ello. Fue como reconstruir un puzzle con piezas que empezaron a llegar todas a la vez. Fueron un momentos duros, no era capaz de disfrutar en las carreras. Vi que no era así como quería seguir, y paré. Cuando surgió una nueva posibilidad, volví al Mundial, me sentí feliz, y llegaron los resultados y el éxito fácilmente.
P. ¿Cómo recuerda ahora aquello?
R. Estoy orgulloso de mí mismo; y también contento por haber aprovechado las oportunidades. Aprendí mucho, entendí cómo funcionaban las cosas en el paddock, y aunque maduré de golpe aquello me ayudó a crecer como persona.
P. ¿Se pueden hacer amigos en el paddock?
R. Sandro Cortese es un buen amigo. Y también Aleix Espargaró, nos entendemos muy bien. Aunque es cierto que es difícil hacer un amigo de verdad aquí, no es imposible. Es un negocio duro. Nunca sabes qué pasará el año próximo y se mantienen mucho las distancias.
P. ¿A quién admira?
R. A Barack Obama, no es que me impresione, pero tiene un trabajo difícil. Me gusta su estilo. También me gusta mucho Michael Schumacher, es una persona diferente tras su regreso, más divertido. Cuando estaba en Ferrari era como un robot; ahora es más abierto. Tuve el placer de conocerle y es una persona encantadora.
P. ¿Cuál es su piropo preferido?
R. Cuando alguien me dice que puedo estar orgulloso de mí mismo.

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