El Villarreal se reencuentra
Garrido recupera el estilo del conjunto castellonense y vence sin alardes a un liviano Mallorca
Racional desde la alineación, reconocible en el juego e intenso en el despliegue, procuraron al Villarreal un rendimiento mejorado más acorde al potencial que se le presupone. Ante el Mallorca, recuperó el conjunto castellonense parte de su esencia y las características que le ha encumbrado en los últimos tiempos. Al cuarto partido de competición, Garrido se dio cuenta que debía de volver a los orígenes y dejarse de propuestas que alejaban al Villarreal de su estilo de siempre, el del toque y la precisión. Con todos sus creativos en el terreno de juego el conjunto castellonense venció sin alardes y puso en evidencia las carencias de un Mallorca con poca materia, bajo de espíritu, pocas certezas y muchas dudas. El gol de De Guzmán en la primera jornada de Liga ante el Espanyol, le han dado al conjunto balear los únicos tres puntos que ostenta. Y anoche vestía de amarillo.
VILLARREAL, 2 - MALLORCA, 0
Villarreal: Diego López; Mario, Zapata, Musacchio, Catalá; Cani (Senna, m. 62), Borja Valero (Camuñas, m. 71), Bruno, De Guzmán; Nilmar (Marco Ruben, m. 82) y Rossi. No utilizados: César; Gonzalo, Marchena y Wakaso.
Mallorca: Aouate; Cendrós, Chico, Ramis, Cáceres; Pina, Tissone (Alfaro, m. 64); Nsue, Tejera, Aki (Chori Castro, m. 72); y Víctor Casadesus. No utilizados: Calatayud; Joao, Tomer, Crespí y Kevin.
Goles: 1-0. M. 8. Rossi marca a pase de Catalá.
2-0. M. 52. Nilmar trás asistencia de Borja Valero.
Árbitro: González González. Amonestó a Pina y Tissone y Tejera.
Unos 15.000 espectadores en El Madrigal.
No habían pasado ni dos minutos y el Villarreal ya había tenido dos oportunidades. En la primera, Nilmar se plantó solo ante Aouate. El último toque del brasileño en la carrera ante Ramis, dejó el esférico a las manos del portero israelí, que segundos después desvío con el pie izquierdo un remate de Rossi desde dentro del área. Ambas jugadas vinieron precedidas de sendas pérdidas del esférico del centro del campo del Mallorca. Y fueron el preludio del primer gol del Villarreal tras un gran pase de Catalá desde el costado izquierdo que atendió el buen desmarque de Rossi. El internacional italiano intuyó la salida del marco de Aouate y le batió inesperadamente por el palo corto.
Apenas habían transcurrido ocho minutos de juego y el tanto había resultado la consecuencia lógica del buen inicio del Villarreal fruto de la buena puesta en escena y su ortodoxa presentación. Garrido se dejó experimentos tácticos y de alineaciones prudentes, para volver a la versión original con la que el equipo castellonense se ha hecho un nombre y ha alcanzado la nobleza. Hubo dos cambios en el once con respecto al encuentro ante el Granada pero uno resultó de lo más sustancial. Marchena se quedó en el banquillo y Borja Valero se sitúo el eje del terreno de juego junto a Bruno, escoltado por De Guzmán y Cani, ambos con tendencia a centrar sus acciones como siempre lo ha hecho el Villarreal. Catalá y Mario también perdieron la vergüenza y sus correrías por las bandas resultaron más asiduas.
El Mallorca puso de su parte para que el conjunto de Garrido perdiese el miedo a parecerse a sí mismo. Sin ninguna cualidad aparente, ni juego colectivo, ni destacadas individualidades salvo el portero Aouate y ciertos gestos de Nsue el conjunto balear tampoco resulta excesivamente competitivo y arrastra cierto aire deprimido, contagiado al parecer por Michael Laudrup, desencantado con Serra Ferrer y demás directivos bermellones por no haber potenciado más la plantilla que dirige.
A pesar de la estrechez del marcador, el Villarreal comenzó a gustarse y recrearse amanerando en ocasiones su despliegue hasta el punto de cometer errores que envalentonaron al Mallorca que por instantes dejó de mirar y escuchar para actuar y contestar con cierta intención y escaso convencimiento. Un nuevo inicio intenso del Villarreal en el segundo acto dejó el envite clausurado. Un gran pase de Borja Valero al espacio, fue aprovechado por Nilmar tras un regate largo a Aouate. La entrada de Alfaro y Chori Castro revitalizaron a un Mallorca que terminó con decoro y que transmite malas sensaciones. Al contrario que el Villarreal en camino de reencontrarse.
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