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El otro espejo de Ferrer

El alicantino se mide a Roddick, al que define como un tenista "señorial" y un ejemplo

Las nubes que sobrevuelan el Corona Park marcan el destino del Abierto de Estados Unidos. De que descarguen o no su agua depende que el último grande del año vuelva a disputarse en tres semanas, como sucedió los últimos tres años, retrasando la final, o que hoy (17.00, Canal+) se jueguen dos encuentros de los cuartos y cuatro de los octavos de final masculinos. En esa ronda se encuentra David Ferrer, que se enfrenta a Andy Roddick. El cruce describe el cambio radical del tenis español, porque se juega sobre cemento y el alicantino es favorito. También, la historia de dos compañeros generacionales separados por el éxito. Roddick (Nebraska, EEUU; 1982) explotó tan pronto que en 2003 ya había ganado un grande, precisamente el Abierto de Estados Unidos, y también llegó al número uno. Ferrer, que nunca dispuso de sus mismas armas, vio eso, y enseguida encontró un espejo para su actitud, otro molde más para esculpir sus sacrificios.

"A Andy le admiro mucho", cuenta en Nueva York el español, de 29 años, como su rival. "Tanto en la pista como fuera es señorial", prosigue Ferru, cuyos primeros maestros llevaban los calcetines rojos, héroes de la tierra batida. "Lleva casi 10 años como top 10 y es un jugador en el que me he fijado, al que he tratado de imitar mucho, por la pasión y la lucha que le pone siempre. Contra Andy, todos los partidos son igualados y duros".

El tenis del exnúmero uno, sin embargo, cotiza a la baja. Siempre peligroso y más en Nueva York, su derecha ya no empuja como antes, ni tiene las mismas piernas de los buenos días. Aquí, unas razones por las que el alicantino es el favorito. Hace un mes, en Austin, Ferrer se impuso a Roddick sin ceder un set y rompiéndole su afamado servicio en cinco ocasiones. El español domina los enfrentamientos particulares por 5-3, ha alcanzado los octavos de los cuatro grandes en el mismo año por primera vez en su carrera, y no piensa ya en la fascitis plantar que le aqueja ni en los dolores de su mano. Se siente preparado. "Estoy feliz con mi juego, sacando bien en los momentos importantes", analiza; "a medida que voy ganando partidos, voy ganando en confianza. El primer encuentro, contra Andreev, fue muy importante, porque tenía dudas".

Todos los ojos miran al cielo. Para empezar, la lluvia ya ha creado dos clases de tenistas en el Abierto. A un lado están el suizo Roger Federer o el serbio Novak Djokovic, que ya están en cuartos, y que podrán avanzar hasta la final con su pertinente día de descanso, si hoy el agua no les inoportuna. Al otro, por ejemplo, Rafael Nadal, Andy Murray o Ferrer, que deberán jugar cuatro de los cinco próximos días si quieren estar en el partido decisivo. Esto es el Abierto de Estados Unidos. Para unos, una competición. Para otros, supervivencia.

David Ferrer conecta un revés en el partido que le enfrentó con Mayer.
David Ferrer conecta un revés en el partido que le enfrentó con Mayer.JUSTIN LANE (EFE)

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