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Una cuestión de fe

Ana Ivanovic está recuperando la confianza en sí misma tras una caída en el ranking que la llevó al 65º puesto

La fe mueve montañas. No es simplemente una leyenda. Es una afirmación que se regenera con el simple análisis de situaciones concretas que se producen cada día. Ana Ivanovic (Belgrado, Serbia; 1987), la ex número uno del WTA Tour, es un buen ejemplo de ello. En 2008, ganó el torneo de Roland Garros y se encaramó hasta lo más alto de la clasificación mundial del tenis femenino. Su rostro apareció en las portadas de las más famosas revistas de variedades, porque su calidad tenística iba acompañada de una imagen de belleza estética que no se ha diluido en absoluto.

Sin embargo, justo después del éxito más importante de su carrera, comenzó una caída tan inesperada como imparable. ¿Qué había ocurrido? Pat Cash, ex campeón de Wimbledon y comentarista entonces de la televisión americana, lo definió de esta forma, en el Open de EEUU de 2009, después de que la tenista serbia sufriera la primera derrota en una primera ronda en un torneo del Grand Slam: "Ana ha tenido una experiencia dolorosa. Debe revisar su saque y todo su juego porque ha perdido la confianza". Sí, su debacle en la clasificación mundial fue estrepitosa, porque de ser la número uno en junio de 2008, pasó a convertirse en la 65ª en julio de 2010. Y todo se resumía en una cuestión de fe.

Es cierto que en el camino sufrió varias lesiones en el dedo pulgar (Wimbledon 2008), en la muñeca, en los abdominales y musculares. Pero el problema básico no fue este, sino la pérdida de la confianza. Durante este trayecto de dos años, Ivanovic la buscó en todas partes, pero no la reencontró hasta que comprendió que los fundamentos de la solución a su problema debía buscarlos dentro de sí misma. "Lo más duro es la presión que me pongo yo misma para regresar a la cumbre", confesó recientemente en una entrevista a un diario serbio. "Juego mi mejor tenis cuando estoy relajada. Por tanto, intento pensar poco en la clasificación y en ganar torneos. Ir partido a partido puede parecer un tópico, pero es la mejor forma de plantearme las cosas".

Las respuestas que buscaba no las encontró en los constantes cambios de entrenadores que afrontó entre 2008 y 2011. Al contrario, llegaron a desestabilizarla de tal forma, que ya era incapaz incluso de mantener la eficacia de su servicio, uno de sus mejores golpes, y la precisión con su drive y su revés, armas que la habían catapultado hacia la élite mundial. Desde que ganó en Roland Garros en junio de 2008, no ha conseguido superar unos octavos de final de un Grand Slam y ha perdido tres veces en primera ronda. Durante su caída rompió con su entrenador, Sven Groeneveld y comenzó a trabajar con Craig Kardon. Pero cuando perdió su condición de top-ten en Roland Garros de 2009, abandonó a Kardon y regresó al programa de Adidas donde recuperó a Groeneveld y se encontró con Darren Cahill y Gil Reyes, ex preparador físico de Agassi.

Acabó 2009 como 21ª mundial. Aquello no funcionaba. Y tomó la decisión de fichar al suizo Heinz Gunthardt, exentrenador de Steffi Graf. Sus padres decidieron también acompañarla a todos los torneos que podían con la intención de que recuperara la confianza. Y realizó también trabajo psicológico para librarse de todos sus fantasmas. Tras Gunthardt llegó Antonio Van Grichen. Pero desde el torneo de Wimbledon, trabaja con Nigel Sears y con el preparador físico Scott Byrnes, que había colaborado con ella algunos años atrás. "Estoy contenta porque después de mucho tiempo, creo que he acertado en la elección", confiesa ahora Ivanovic. "Estamos trabajando muy bien con este equipo. Pero las cosas no llegan de un día para otro. Los resultados de mi trabajo llegarán la próxima temporada".

Mientras tanto, esta temporada ya ha alcanzado las semifinales de Birmingham y Carlsbad, y hoy afrontará el partido de octavos de final del Open de EEUU ante la triple campeona de Nueva York Serena Williams. Si alcanza los cuartos de final habrá logrado su mejor resultado en un grande desde su victoria en París. Si no, parece tener motivos para sentirse igualmente satisfecha: ya es la 19ª jugadora mundial, va recuperando posiciones en la clasificación, y por primera vez en los últimos tres años se la ve feliz y disfrutando en la pista. A los 23 años, ha recuperado la fe en sí misma. Parece que su vuelta a la élite es cuestión de meses.

Ana Ivanovic celebra un pinto en el partido ante Sloane Stephens.
Ana Ivanovic celebra un pinto en el partido ante Sloane Stephens.EMMANUEL DUNAND (AFP)

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