"Me he operado 18 veces"

Ha pasado de ganar el Mundial de Moto2 a cerrar día sí, día también, la tabla de clasificación de MotoGP, una categoría que no le era extraña. Toni Elías (Manresa, Barcelona; 28 años) sufre en la pista y en el taller del equipo satélite de Honda: LCR, pero siempre está dispuesto a echarse unas risas.

Pregunta. ¿A qué jugaba de pequeño?

Respuesta. Con motos de juguete. Siempre acababa entrando en algún quiosco y comprando una moto o un coche de aquellos pequeños para hacer carreras. También iba en bici intentando imitar al que era mi ídolo, Ricky Johnson, campeón americano de motocross y supercross.

P. ¿Dónde dio su primer beso?

R. ¡En la guardería! No me acuerdo del primero, pero en la guardería di muchos. Era muy besucón.

P. ¿Cómo es su casa?

R. Ahora vivo solo en un piso pequeño en el centro de Manresa, ¡pero lo tengo muy mono! No es nada del otro mundo. La casa de mis padres está mejor, pero ya tengo una edad y era hora de independizarse.

P. ¿Qué coche tiene?

R. Un Porsche Cayman desde el 2007.

P. ¿Y cuántos pares de zapatillas?

R. No hay capricho que me guste tanto como las zapatillas y los zapatos. Y tengo muchos pares. Hasta unas amarillo fosforescente... ¡Es lo más bestia que uno puede llevar!

P. ¿Qué lleva siempre en la maleta?

R. El ordenador, algunos medicamentos y el neceser. No soy muy ordenado, pero soy un obseso de la higiene personal.

P. ¿Sigue algún ritual en las carreras?

R. Llevo amuletos: cadenas con la Moreneta y una cruz de San Benito, que me protege; además del escarabajo azul al cuello y un cuarzo que suelo guardar en los bolsillos del mono. Y como ritual, siempre escucho música e intento visualizar las carreras. Este es un año difícil: sé que estaré de los últimos, pero siempre salgo como si fuera a ganar. ¡Luego la torta me la llevo igual: último otra vez!

P. ¿Tiene pesadillas?

R. Después de las carreras sueño mucho. Y tengo cada caída... Siento que estoy en una curva, escucho el motor cuando la rueda patina, y salgo volando. ¡Me pego cada susto!

P. He leído que defiende aquella teoría de que los cantantes bajan dos tonos si tienen relaciones sexuales antes de una actuación.

R. ¿Eso lo dije yo? Seguro que a los cantantes les influye, pero no creo que nos pase a los pilotos. Si la moto va bien, todo es más fácil. Aunque, cuando estoy en las carreras no estoy mucho por estos temas...

P. ¿Cuántos huesos se ha roto?

R. No los he contado, pero sí sé el número de operaciones: 18.

P. ¿Cómo lo hace para reírse hasta de sus propias desgracias?

R. Si no lo hiciera, ¡acabaría llorando! Y vale mucho más la pena reírse de uno mismo. Si no, te vuelves loco. Es mi terapia. Y no me cuesta demasiado. Lo que no significa que no me preocupe: la procesión va por dentro. Si puedo encontrar el momento de echar unas risas, lo aprovecho. Como después de la carrera de Indianápolis, a pesar del mal resultado. Salimos de fiesta: ¡había hecho un esfuerzo muy grande, me lo merecía! Yo soy así, no me esconderé en la habitación de un hotel a lamentarme.

P. ¿Se pueden hacer amigos en el paddock?

R. Sí, muy pocos porque la gente va muy a la suya, pero sí. Este año me he entrenado algunos días con Jorge Lorenzo fuera del circuito. Con otros no me iría... No todos nos tenemos las mismas simpatías.

P. Dice que le gustaría ser Gladiator, ¿por qué?

R. Me inspira. Al final, esto también es una guerra y aquí hay que sobrevivir. Aquella película me inspira y también su banda sonora, la escucho mucho antes de las carreras.

P. ¿A quién admira?

R. Admiraba mucho a Senna, a Rainey, a Armstrong. Ahora valoro mucho el trabajo de los ciclistas y los atletas, que se entrenan muchas más horas que nosotros y que optaron por un deporte muy duro. También admiro a la gente que está enferma y tiene las narices de tirar para adelante.

P. ¿Cuál es su piropo preferido?

R. No sé... No me considero guapo, ¡pero me considero muy simpático!