Todo por el fútbol
Terrazas, técnico del Guadalajara, ha pasado por infinidad de banquillos y afronta ahora uno de sus mayores retos en Segunda
Carlos Terrazas (Bilbao; 1964) vive para el fútbol. Lo considera algo más que una forma de vida. Ni quiere ni va a hacer otra cosa que no sea entregarse al balón. Poco le importa que un terrible accidente de tráfico, en 2004, le parara dos veces el corazón y le dejara unas secuelas irreversibles, como una parálisis en su brazo izquierdo. Aun así, convaleciente y conocedor de sus limitaciones, no dejó el fútbol. Volvió a entrenar, a enseñar a sus equipos, a darse al fútbol. Ahora, a sus 47 años, inicia una aventura con el Guadalajara en Segunda, el escalón más alto de su dilatada carrera. Empató el domingo pasado a uno en casa frente a Las Palmas y hoy se bate a domicilio con el Xerez (18.00 horas).
Para Terrazas nunca existió otra cosa que no fueran la pizarra y el esférico, entrenador ya con 14 años de los alevines de su colegio en Bilbao. "Hasta estudié Derecho. Pero es que esto es lo que me gusta. Es mi vocación", explica cuando se le pregunta, siempre con un hilo de timidez. Y siempre aplica su máxima, esa que defiende que el éxito llega a través del trabajo -"muy duro", aseguran sus futbolistas-. Sus logros son notables si se tiene en cuenta que Terrazas nunca ha entrenado más allá de la Segunda División. Ha disputado hasta siete fases de ascenso a la categoría de plata, aunque tan solo han sido consumadas dos de ellas, por más que en ocasiones se le escapara el laurel por un punto. Un buen historial en una competición "tan exigente y difícil" como él mismo califica a la Segunda División B. Además, ascendió a dos equipos desde la profundidades de Tercera, el Zalla y la Gimnástica de Torrelavega.
La historia de Carlos Terrazas es una montaña rusa. Con tan solo 32 años, consiguió su primer ascenso, de Tercera a Segunda B con el Zalla, un modesto club que solo ha disputado un temporada en la categoría de bronce del fútbol español gracias a la labor del técnico vizcaíno. De ahí, Terrazas fue al Athletic, "el club de sus amores", como lo define. "Cuando te llama el Athletic no puedes decir que no, aunque asumo que la segunda vez me equivoqué. Me pudo la ilusión", explica el técnico vasco, que llevó la cantera bilbaína en dos ocasiones (96-99 y 01-02). En Lezama coincidió con muchos jugadores y algunos de ellos han jugado 300 partidos en Primera (Iraola), otros se acercan a la centena de goles en las principales categorías del fútbol nacional (Aduriz) e, incluso, varios han ascendido a la selección nacional. Un orgullo para Terrazas, que aceptó con este el mayor reto de su vida. A pesar de ello, considera que "a veces no se mide el trabajo del entrenador en las categorías inferiores. Sin descuidar la competición tienes que formar a esta gente, porque en tu mano está su futuro como personas. Es un orgullo ver que tu trabajo ha dado sus frutos".
Terrazas nunca perdió esa pasión por la formación de futbolistas y siempre ha intentado que sus plantillas sean jóvenes. Pero lo que más le ha preocupado es que los jugadores no pierdan la ambición. "Prefiero gente joven que veterana sin ganas, que sean acomodados y que crean que por su carrera van a ser titulares", añade. En el Guadalajara, su actual club, el ejemplo continúa. Terrazas se guía por el apetito de sus futbolistas. No le importa que hasta 14 de ellos no hayan jugado nunca en Segunda, porque para él lo importante es "que lo que sepan que hacer en el campo, que demuestren madurez y entereza. No pueden esperar que la situación se la resuelvan desde la banda. El que se mete en un problema, sale solito de ese problema. Y en esta categoría va a haber muchos problemas", explica el entrenador del Guadalajara.
Allá por donde pasa, Terrazas deja huella. En Jaén, en Burgos, en Ceuta, en Torrelavega... "Es de buen entrenador ejercer en varios sitios. No haces más que aprender", explica. Ahora destila su sabiduría en Guadalajara donde, además, es una personalidad; ha conseguido que el conjunto manchego juegue en Segunda por primera vez en 64 años de historia. "Es un reto", comenta, "pero no le tengo miedo. Lo considero un privilegio porque nos vamos a enfrentar a equipos como el Deportivo, el Hércules, el Celta y el Valladolid. Conjuntos que jugaban en Primera no hace mucho y que nos ofrecen una oportunidad que tenemos que aprovechar. Sin olvidar, por supuesto, que somos los novatos del grupo, la cenicienta". Un nuevo capítulo en la historia de un entrenador que lo da todo por el fútbol.
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