Farolillo rojo, 'maglia' negra
El belga Nuyens (Saxo Bank) defiende en Salamanca su condición de último de la fila
Cuando asomó La Covatilla, Nick Nuyens tomó el último autobús. Por detrás solo quedaba el coche escoba, ahora virtual, del fuera de control, que no te lleva al hotel, sino a casa. Allí viajaban 26 ciclistas, muchos habituales de ese grupo al que se denomina de esa manera porque todos van con la misma y única intención: llegar para poder salir al día siguiente, cuando la carretera se empina o la etapa la endurecen los gallos del corral. Todos, menos uno. El belga Nick Nuyens tiene un objetivo más que el resto: defender su farolillo rojo, una especie de maillot rojo, pero puesto del revés
A Nuyens, un rodador nacido en Liens hace 31 años que defiende el maillot del Saxo Bank, que tiene como jefe de filas a Chris Sorensen, le costó ser el último de la fila. Lo acarició en la primera etapa, por equipos, pero se lo arrebató Chente García Costa, dejándose ir tras hacer su magnífico trabajo de lanzador del equipo Movistar. Volvió a ser penúltimo en la segunda etapa, pero ahí un parisino de 25 años, Steve Houanard, le robó el farol antes de que en la siguiente etapa, otro francés , más joven, Alexandre Geniez, un admirador de Moncoutié, volvió a ser el último en la etapa posterior.
Las diferencias ya eran importantes hasta que en la rampa infernal de Valdepeñas de Jaén, Nuyens se instaló en el último asiento del último autobús de la Vuelta y ahí sigue por cuarto día consecutivo. Nuyens no es un perdedor nato, ni un mal corredor. En su historial figuran un Tour de Flandes, una Paris-Bruselas y una Vuelta a Gran Bretaña. Un clasicómano al que la Vuelta a España siempre se la ha dado mal, le ha tratado mal: tres veces acarició el triunfo en una etapa, pero nunca la ganó. Siempre eran el fruto de esas escapadas permitidas, esos recreos que los grandes permiten a veces a los pequeños.
Malabroca, un especialista en ser el último, ya fallecido, fue el primer ciclista que vistió la maglia negra con la que el Giro distinguía al último de la fila entre 1946 y 1951. Luego la retiró porque, al acarrear premio, se convirtió en un objetivo para los ciclistas sin nada que ganar y mucho que trabajar. Luego instauró el dorsal de fondo negro que también señalaba al farolillo rojo. Lo cierto es que ser el último más que un honor es un triunfo para muchos. Significa llegar, concluir, frente al esfuerzo y los abandonos. Y de paso que al menos una vez se hable de ti. Como se habló de Win Vansevenant que fue farolillo rojo tres años consecutivos en el Tour. Son formas dispares de pasar a la historia. Noël Vantyghem no fue farolillo rojo, pero supo pasar a la historia cuando dijo. "Entre Merkcx y yo hemos ganado todas las clásicas. Yo gané la París-Tours y él todas las demás". No todo es ganar etapas.
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