El impredecible Luke Donald

El golf es un deporte que no se sabe por dónde va a salir, qué va a ocurrir en el siguiente hoyo, en el siguiente golpe. Es impredecible, pero esa es su esencia. Nunca se sabe a quién va a encumbrar o cuál va a ser su víctima. El mejor ejemplo fue la exhibición no correspondida de McIlroy ayer. Pero siempre hay un jugador que sortea todas las trampas y azares que tiene este juego y consigue dar la talla. Esta semana el señalado ha sido Adam Scott. El australiano, que no se ha bajado de la primera posición en todo el torneo, ha tenido la fortuna de quedarse con Steve Williams, el caddie de Tiger. Pero ese privilegio suele ser del número uno del mundo. Honor que en este momento disfruta Luke Donald, y que, con la sombra de Tiger al fondo, no piensa desaprovechar.

El inglés es un jugador sigiloso. Ni se le nota, ni se le siente. Pero siempre está ahí, acechando el liderato. Hace tres semanas destrozaba a todos sus rivales en el Abierto de Escocia con suma facilidad en una gloriosa última jornada. Ayer se acostaba a cinco golpes de los líderes, dejando un sabor agridulce en su juego, fallando donde menos se le espera: en el green. Una sensación extraña, porque el inglés acostumbra a dar verdaderas exhibiciones en los últimos metros. Donde se ganan o pierden torneos.

Hoy, Donald (64 golpes, para nueve bajo par en total) ha vuelto a reventar el campo, y solo el 18 se le ha escapado. Justo la semana que volvía Tiger, demostrando que el norteamericano ya no es el que goza de la inmunidad del golf. Toda una declaración de intenciones. Carlos del Moral, profesional español que sufrió a Donald en Escocia, dijo a principios de semana que sería difícil superar al número uno en Ohio. No le faltaba razón, y aunque no es líder, durante la tercera jornada ya lo ha saboreado y cuando eso pasa, no se suele dejar escapar el trofeo. No va a ser fácil, pero la renta de tres golpes que tiene Scott, que se está tomando esto muy en serio, no parece suficiente para mantener al margen a Luke Donald.

Otro que es impredecible es Álvaro Quirós. El gaditano ha sacado su maza a pasear (más de 310 metros de media desde el tee de salida) y ha firmado una meritoria vuelta de tres bajo par, para +4 en el acumulado. Una reacción que ha llegado, tal vez, demasiado tarde, pero que si mañana se confirma, podrá servir para dar la campanada la semana que viene en el PGA, el último grande de la temporada.

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