La guinda del jeque Al Thani
El Málaga paga 20 millones al Villarreal por el Cazorla
El jeque Abdullah al Thani puso primero en manos de su entrenador, Manuel Pellegrini, a Van Nistelrooy, Toulalan, Joaquín, Monreal, Isco, Buonanotte, Sergio Sánchez y Mathijsen. Tres defensas, tres centrocampistas y dos delanteros de nivel para apuntalar una plantilla que nunca más debía pasar apuros en Primera. Faltaba, no obstante, la guinda del pastel, un último regalo a un técnico que tenía entre ceja y ceja el nombre de un futbolista al que dirigió tres años en el Villarreal: Santi Cazorla (Lugo de Llanera, 1984).
El medio se incorpora al Málaga con 26 años y en una espléndida madurez futbolística. A su habilidad en el regate, la visión de juego y su excelente golpeo de balón con las dos piernas hay que añadir el cuajo adquirido por un futbolista campeón de la Eurocopa con España en 2008 y parte principal del emergente Villarreal de las últimas temporadas. Producto de la cantera asturiana, Cazorla dio sus primeras patadas a un balón en el Covadonga, para fichar en alevines por el Oviedo, donde ganó una Copa del Rey de juveniles.
Abandonó el Oviedo después de su descenso administrativo a Tercera División en 2003. Cazorla se acogió a una normativa que le amparaba para poder dejar al club que le acunó. Ahí comenzó su relación con el Villarreal. Tal era la confianza que Cazorla tenía en sí mismo que se llevó a Vila-real a sus padres y su hermano, a pesar de la incertidumbre de tener que foguearse primero en el filial. "Cazorla era pequeñito y ambidiestro. Aquí nunca importó la altura, sino la habilidad", recordaba Paquito, el fino centrocampista del Valencia de los años sesenta y setenta, uno de los ideólogos del club castellonense.
A los cuatro meses de su llegada al club amarillo, Cazorla, con tan solo 18 años, debutó en Primera en 2003 sustituyendo a Roger en un Deportivo-Villarreal. El técnico Benito Floro fue el que le dio la alternativa en la máxima categoría. Su segundo año en el equipo levantino coincidió con la llegada de Manuel Pellegrini. Jugó a las órdenes del chileno en las temporadas 2004/05 y 2005/06, en las que el Villarreal llega a los cuartos de la Copa de la UEFA y las semifinales de la Liga de Campeones. El técnico dio después su conformidad a una cesión al Recreativo de Huelva en la campaña 2006/07, donde Cazorla estalló definitivamente como futbolista.
A su regreso, es parte esencial de un Villarreal que queda en segunda posición. Juega 43 partidos y hace seis goles. Luis Aragonés se lo lleva a la fase final de la Eurocopa 2008 sin haberlo citado ni una vez en la fase de clasificación. Gana el título con España participando en todos los partidos y su cotización se dispara hasta el punto de que está muy cerca de fichar por el Madrid, al que al final le da calabazas para permanecer en el Villarreal. Se convierte en uno de los bajitos, junto a Silva, Xavi, Villa o Iniesta, pertenecientes a la mejor generación del fútbol español.
Es en la temporada 2008/09 donde empieza a conocer la cara más amarga del fútbol, pues en abril de 2009 sufre una fractura de peroné que está a punto de privarle de participar en la Copa Confederaciones, que disputa ya a las órdenes de Vicente del Bosque. La temporada 2009/10 es la más dura de la trayectoria de Cazorla, pues una hernia discal lo trajo por la calle de la amargura. Pasó por el quirófano y perdió el tren del Mundial 2010. Sus 55 partidos en tres competiciones y ocho goles en la última campaña le han hecho volver a la elite y a la selección española.
Gran amigo de Joan Capdevila, que también ha abandonado el Villarreal y se ha marchado al Benfica, Cazorla es querido en los vestuarios en los que ha estado por su sentido del humor y compañerismo. Hijo de un padre fallecido de forma prematura a los 48 años en 2007 y de una madre empleada de limpieza, Cazorla encontrará pronto el relevo a Capdevila como colega de bromas. Joaquín es el candidato número uno para ser su nuevo cómplice. El dinero del jeque se llevó a la referencia del Villarreal.
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