Lochte vence a Phelps en los 200 libres
El estadounidense se proclama campeón tras ganar a su compatriota en un pulso memorable
Ryan Lochte es el nuevo rey. El nadador estadounidense se proclamó campeón de los 200 libres en 1m44,44s en la que, hasta ahora, ha sido la prueba más significativa de los Mundiales. Por la categoría de los aspirantes al título y por las circunstancias que los habían llevado hasta esta prueba, los 200 libres marcarán esta semana de competición y dejarán una sensación de suspense. De obra inacabada. Como dijo el ex campeón mundial, Paul Biedermann, tras celebrar su bronce: "Ahora cada día cuenta para los Juegos de Londres de 2012".
Lochte todavía no cumple 27 años. Haber nacido un año antes que Michael Phelps y haberse dedicado a la natación en Estados Unidos hicieron de él una figura casi trágica. Lleno de talento, pero condenado a chocar contra un muro. El célebre entrenador de la federación estadounidense, Mark Schubert, dijo hace poco lo que pensaba al respecto: "Es muy duro vivir en la misma época que una superestrella".
"Hemos batallado juntos durante ocho años", dijo Lochte, tras colgarse el oro. Para conseguirlo debió medirse a Phelps en un mano a mano que se inscribirá en los libros de historia como uno de los momentos más bellos de este deporte. Phelps, mal preparado después de casi tres años de dudas sobre el destino de su carrera, no regaló ni un milímetro de piscina. Hasta los últimos cinco metros nadaron codo con codo. Corchera mediante. Phelps intentando remontar y Lochte clavando hasta las uñas en el agua para tratar de acelerar. Perseguidor y perseguido, hasta tocar la placa en un último esfuerzo agotador. Lochte nunca antes había vencido a Phelps en unos Mundiales ni en unos Juegos Olímpicos.
"Con el entrenamiento que he hecho en los últimos seis u ocho meses, esto es todo lo que tengo en el depósito", ponderó Phelps. El nadador de Baltimore adoptó un tono reflexivo durante la conferencia de prensa que ofreció tras la jornada. "Me habría encantado ganar, pero creo que lo que ha ocurrido esta noche es algo que me va a ayudar el año que viene... La única razón por la que no estaba en condiciones de nadar tan rápido como hubiera querido en los últimos dos años es la falta de entrenamiento. Ha sido todo culpa mía. Sé que puedo nadar más rápido, estoy completamente seguro. Con 1m 44s no bastará para ganar una medalla de oro el próximo verano".
El alemán Paul Biedermann, actual campeón, acabó con 1m 44,88s, en una tercera posición que le sitúa de pleno derecho entre los grandes de la natación mundial. Tae Hwan Park tocó la pared en 1m 44,92s y el prometedor francés Yannick Agnel, un tallo de 19 años y más de dos metros, lo hizo en 1m 44,99s.
Bidermann fue durante el pasado Mundial de 2009 el gran beneficiario de los monos tecnológicos. Nadó la final de los 200 libre con un bañador plateado de Arena que le convirtió en el hombre más rápido de todos los tiempos en esta prueba con 1m 42,00s. Phelps, con un bañador de goma de la marca Speedo, perdió ese día su título de campeón mundial y su plusmarca. Fue plata. Desde entonces, Biedermann ha vivido con el estigma de campeón espurio. De récordman forrado de goma brillante. Hoy en Shanghai contribuyó a limpiar su reputación con una carrera estupenda.
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