Pedrosa, a fuego lento

Nunca fueron suyos los adelantamientos más espectaculares. Sí las trazadas elegantes, las vueltas perfectas, las victorias contra el crono. Suyos siguen siendo los adelantamientos limpios, alejados de la agresividad e incluso irreverencia de algunos rivales. Así fue como Dani Pedrosa se metió en faena y logró su segunda victoria del año, la primera tras la lesión de clavícula que le dejó fuera de tres grandes premios. Tras una salida excelente, marca de la casa, vio cómo le enviaban hacia atrás sus compañeros de equipo: primero Dovizioso; poco después, Stoner, que en pocas curvas se deshizo de Pedrosa y del italiano con adelantamientos bellos y atrevidos, en la curva de entrada a meta primero, punto elegido por muchos para deslumbrar este domingo al cuantioso público alemán, y en la primera curva a derechas, después. Pero aquello no desanimó al pequeño piloto, admirado por su arte para realizar los cambios de dirección y levantar su moto, tres veces más pesada que él, con una facilidad impensable.

Así que escogió el circuito alemán, donde apenas hay tiempo para rodar erguido, donde una curva enlaza inmediatamente con la siguiente y donde uno pasa más tiempo a ras del suelo que sobre el sillín para lucir su mejor cualidad a lomos de esa Honda que todos envidian. Pedrosa, liberado de la presión de quienes se juegan el título, se puso las pilas en la vuelta nueve, cuando cazó a Dovizioso para colocarse tercero, tras Lorenzo y Stoner, y fue en aquel momento en el que se apuntó por primera vez el nuevo récord del circuito (1m, 21,8s), que rebajaría unas milésimas más a 10 vueltas para el final, cuando ultimaba su ataque definitivo.

Entretanto, era el momento de Jorge Lorenzo. Había realizado, también, una buena salida: desde la tercera plaza, abrió su trayectoria y logró pasar a Stoner, que tenía la pole, para situarse tras Pedrosa, a quien también pasaría poco después. Pero el mallorquín fue la tercera víctima de Stoner en los primeros compases de la carrera y perdió aquella primera posición provisional en la bajada más espectacular del circuito a manos del australiano. Si bien le devolvió la jugada en esa curva de entrada a meta que tantas genialidades ha visto este fin de semana, y a donde regresaría más tarde.

El de Yamaha parecía lanzado hacia el triunfo. Era el ecuador de la prueba, la altura de la carrera en que Lorenzo suele crecerse; y logró efectivamente, abrir una distancia superior al medio segundo con Stoner y Pedrosa.

Pero después de que se postularan al triunfo Stoner y Lorenzo, lo hizo también el menudo catalán. Volvió a firmar la vuelta rápida y siguió recortando distancias con Lorenzo, a quien cazó cuatro vueltas después de haber adelantado a también a Stoner. Se hizo con el de Yamaha en la recta de meta, impulsado por la potencia de su Honda. Y empezó a abrir hueco. Poco a poco. Fue un ataque lento, pero con paso firme. La distancia con sus dos rivales crecía despacio pero inexorable hasta que a dos giros para el final ya estaba a ocho décimas, inalcanzable.

De modo que la última vuelta puso los focos sobre Stoner y Lorenzo, Lorenzo y Stoner, que habían llegado al final tan pegados, tan juntitos, tras diversos adelantamientos, que nadie hubiera apostado sobre seguro. Decidió Lorenzo guardarse su última bala para el momento decisivo. Después de haber sido rebasado en la primera curva del circuito, un giro a la derecha peligrosísimo, había asomado el morro en alguna ocasión, como probando sus posibilidades. Pero aguardó al momento justo. A esa última curva antes de la meta, donde firmó el mejor adelantamiento del domingo. Y allí se hizo con Stoner, con un interior a la izquierda de esos que tanto le gustan, justo, arriesgado, que no temerario, y aún tuvo que apretar los dientes para que el de Honda no le rebasara por velocidad en la línea de meta. La victoria de Pedrosa, exultante, y el segundo puesto de Lorenzo, dan aire al campeonato: solo 15 puntos separan al de Yamaha de Stoner. Y tanto uno como otro saben que cualquier cosa es posible.