El desafío final
Este sábado arrancan los Mundiales de Natación de Shanghai, el escenario elegido por Michael Phelps para iniciar la última epopeya de su carrera y por la federación española para comenzar un nuevo ciclo
No hay país más propicio que China para invertir en obra pública ni burbuja inmobiliaria más hermosa que la de Shanghai. El Centro Deportivo de Oriente es una de esa obras futurista que van dando a la ciudad un perfil más impactante cada día. Desde este sábado, este gigantesco escenario que ha costado 200 millones de euros acogerá a los Mundiales de Natación de la FINA, peldaño imprescindible hacia los Juegos Olímpicos de Londres de 2012. Todo el que aspire a conseguir algo importante en las aguas de Londres se pondrá a prueba en las piscinas construidas junto al río Huangpu. Como es tradición, la 14 edición de los Mundiales se dividirá en cinco torneos paralelos de cinco disciplinas: natación, waterpolo, saltos, natación sincronizada y aguas abiertas. En total, 172 países y 2.220 atletas inscritos para repartirse 65 medallas de oro. Al frente de la congregación estará el estadounidense Michael Phelps resuelto a prolongar su reinado.
Phelps acumula 16 medallas olímpicas desde 2004. Con 26 años es un veterano en un deporte que penaliza como pocos el paso del tiempo. Pero él no deja de hacer cálculos. Cree que reúne la suficiente energía para convertirse en el hombre con más medallas olímpicas de la historia y aumentar su colección de oros en pruebas individuales (lleva 9) hasta consolidarse en un puesto inalcanzable en los siglos venideros. Para emprender la nueva campaña regresó a los entrenamientos hace un año. La familia, los negocios, los amigos, el golf, la vida que nunca pudo disfrutar durante su etapa de nadador en formación, hicieron que, después de los Juegos de Pekín, postergara el agua. Phelps empleará la cita de Shanghai como vía de lanzamiento hacia el que puede ser su último gran objetivo: el cierre de su carrera en Londres.
Según la federación estadounidense, Phelps ha borrado la carrera de 400 estilos de su programa y se ha concentrado en pruebas más rápidas: los 200 estilos, los 200 mariposa, los 100 mariposa, los 200 libres, los 100 libres y los relevos. Su plan, aunque menos exigente que otras veces, es un prodigio de versatilidad inalcanzable para la mayoría de los nadadores emergentes. Sólo Ryan Lochte, el virtuoso de Florida, parece reunir las condiciones necesarias para disputarle la corona.
Con objetivos más modestos que los de Phelps acude la delegación española. El director técnico de la federación, Luis Villanueva, que de hecho actúa como un interventor del Consejo Superior de Deportes, está decidido a transformar los paradigmas que han distinguido al equipo de carreras a lo largo de las últimas décadas. Inspirado en el discurso voluntarista de su asesor, el australiano Bill Sweetenham, ha formado un grupo reducido pero valioso, cribado en un sistema inflexible de clasificación por mínimas.
Responsable de una de las etapas más fructíferas de la natación australiana y exitoso refundador de la natación británica entre 2000 y 2006, Sweetenham es el gurú de los 'coaches'. Un profesional de los discursos de motivación que, durante el último año, ha agitado la conciencia de los nadadores y los técnicos españoles para sacarlos del ambiente funcionarial que ha marcado la tendencia. Sweetenham, perplejo ante lo que considera un excelente sistema de financiación, y admirado ante la infraestructura de piscinas, clubes, y centros de alto rendimiento, habla de "un gran talento" en estado latente que no ayuda a explicar los resultados mediocres de España en este deporte. Su mensaje hace hincapié en la actitud y en la convicción para transformar el espíritu competitivo del equipo hasta equipararlo a potencias tradicionales de nivel medio como Hungría o Francia. Quizás nadie ha sufrido las consecuencias de este cambio ideológico como Rafa Muñoz. El mariposista que en 2009 abanderó la delegación con dos medallas no logró hacer las marcas mínimas. Ante su aparente falta de interés por preparar el 100 mariposa, prueba que le podría consagrar en Londres 2012, Villanueva ha decidido marginarlo.
Al equipo de natación le quedan dos veteranos con mucho oficio: Aschwin Wildeboer, el espaldista, y Erika Villaecija, que ha encontrado estímulos nuevos en la alternancia de las pruebas de fondo en piscina con los 10 kilómetros de aguas abiertas.
Mireia Belmonte, es, finalmente, un maravilloso misterio. A sus 21 años, la chica de Badalona es un talento natural que hasta ahora ha sido incapaz de expresarse en situaciones de gran demanda. Mireia ha atravesado varios periodos de maduración, alternando exhibiciones brillantes con hundimientos a plomo, más relacionados con estados de angustia que con cuestiones técnicas. Su actuación en los Mundiales de piscina corta de diciembre, en Dubai, en donde dominó las pruebas de estilos, invitan a pensar en un asentamiento y, si consigue alcanzar las finales, en alguna proeza. A falta de referentes rotundos, en estos campeonatos Mireia es más necesaria para la natación española que la natación española para Mireia.
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