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Oporto, el negocio perfecto

El club portugués, al que el Chelsea ha pagado 15 millones por su entrenador, lleva años obteniendo enormes beneficios con la venta de sus jugadores

Pocos negocian como el Oporto. Al menos, esa es la impresión que da la lista de traspasos de las últimas temporadas del club portugués. La marcha de su entrenador André Villas-Boas al Chelsea es el ejemplo perfecto de una política de contrataciones y ventas que no ha parado de generar beneficios para los dragones en los últimos años. Llegado hace 12 meses al banquillo blanquiazul con un escaso bagaje como primer entrenador, pone ahora rumbo a Inglaterra previo pago de 15 millones de euros. Todo un récord para un técnico.

La jugada le ha salido redonda a Jorge Nuno Pinto da Costa, presidente del club portugués. Y podría no ser la última del verano. Si el Chelsea ha estado dispuesto a desembolsar semejante cantidad por el hombre al que muchos consideran el sucesor de José Mourinho, es porque sus resultados de esta campaña han sido excepcionales: han vencido la Liga, la Copa y la Liga Europa. Por el camino, no solo el técnico, sino también muchos de los futbolistas del equipo han visto dispararse su valoración en el mercado. Son los casos del brasileño Hulk y del colombiano Falcao, que acaba de firmar por el agente Jorge Mendes. El Oporto puede hacer mucha caja con ellos en los próximos meses.

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La situación es muy parecida a la que se vivió en 2004. Entonces, con Mourinho en el banquillo, el equipo ganó la Liga y la Champions. El entrenador, como ahora Villas-Boas, fue el elegido por Roman Abrámovich para comandar el multimillonario proyecto del Chelsea. Le acompañaron a Londres los futbolistas Ricardo Carvalho y Paulo Ferreira, mientras Pedro Mendes se marchó al Tottenham y Deco, al Barcelona. En total, fueron a parar a las arcas de los dragones 74 millones de euros, a los que pocos meses después se sumaron otros 37 millones por las ventas al Dinamo de Moscú de Derlei, Seitaridis, Maniche y Costinha.

Deportivamente, la desintegración del equipo se tradujo en la pérdida de la siguiente Liga. Los aciertos en la contratación de los sustitutos, sin embargo, derivaron en la consecución de los cuatro siguientes campeonatos portugueses. Y, cómo no, en mucho más dinero para el equipo. En 2007, por ejemplo, el Real Madrid pagó 30 millones de euros por Pepe, central poco conocido internacionalmente. El Manchester United desembolsó otros 25 millones por Anderson, fichado un año antes del Gremio, brasileño. En 2008, fueron Quaresma y Bosingwa los que dejaron 18 y 20 millones, pagados, respectivamente, por el Inter de Milán y, de nuevo, el Chelsea.

El fútbol francés ha sido otro filón para el equipo de Pinto da Costa. El Olympique de Marsella se hizo en 2009 con los servicios del argentino Lucho González a cambio de 18 millones de euros, el doble de lo que el Oporto había pagado por él en su día. En la Liga francesa, Lucho se mide a su compatriota Lisandro López, que recaló en el Olympique de Lyon por 24 millones de euros -a los dragones les había costado 10. Más excepcional, si cabe, es el caso del lateral francés Aly Cissokho, que seis meses después de llegar al Oporto desde el Vitoria de Setúbal por 300.000 euros, se marchó al Lyon por 15 millones. El verano pasado, finalmente, abandonaron el club blanquiazul dos de sus pesos pesados, Raúl Meireles y Bruno Alves. El centrocampista se marchó al Liverpool por 13 millones de euros -costó 2'5 en 2004- y el defensa se fue al Zenit de San Petersburgo por 22.

La aparente facilidad con la que el Oporto se deshace de sus estrellas puede restarle pujanza en las competiciones internacionales, por más que no parezca resentirse. En Portugal, sin embargo, su hegemonía en la última década no deja lugar a dudas de que el club sabe reinvertir lo que gana para seguir compitiendo al máximo nivel, para seguir ganando.

André Villas-Boas, en un partido con el Oporto.
André Villas-Boas, en un partido con el Oporto.EFE

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