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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La diplomacia del golf

Este sábado, cuando los mejores jugadores del mundo cubran en el Congressional Country Club su tercera jornada en el US Open, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el líder republicano en el Congreso, John Boehner, jugarán 18 hoyos en un campo cercano con el propósito de aplacar los ánimos políticos, limar diferencias y buscar afecto.

Quizá no sea el mejor camino. El golf permite, ciertamente, un estimulante paseo por el campo. Pero ni relaja ni hace amigos. Es un deporte muy competitivo que, como tal, produce tensión y fomenta la rivalidad. Boehner, cuyo hándicap no pasa de 10, parte como favorito. El hándicap del presidente es un secreto de Estado, y aunque la revista Golf Digest le ha concedido un generoso 17, todo el mundo sospecha que aún tiene dificultades para bajar de 100 golpes por recorrido.

Está mejorando, no obstante, con la práctica abundante. Aunque el baloncesto ha sido siempre su deporte favorito, los años le han ido inclinando hacia el golf. Ha jugado ya 73 partidos de golf desde que llegó a la Casa Blanca, todos ellos en los campos públicos que rodean Washington, principalmente en el de la base de Andrews, donde está estacionado el Air Force One. Eso es aproximadamente la mitad de lo que Bill Clinton había jugado en el mismo periodo, pero mucho más de lo que practicó George W. Bush, que no cogió los palos en toda su presidencia. "No me parece bien que una madre que tiene a su hijo combatiendo en Irak o Afganistán vea al comandante en jefe jugando al golf", declaró al respecto. Antes y después sí que jugó, y mucho, frecuentemente en compañía de su padre, George H. W. Bush, que aún es capaz de ganarle.

Pocos presidentes de Estados Unidos se han podido resistir a la tentación del golf. Nadie tanto como Dwight Eisenhower, un ávido golfista que llegó a postergar asuntos importantes por el placer de buscar un birdie. John Kennedy estaba ejercitando su swing cuando recibió las primeras noticias sobre el desastre de Bahía de Cochinos y buscó la recompensa del golf en su residencia de Palm Beach tras resolver la crisis de los misiles. Lyndonn Johnson tenía la costumbre de advertir a sus rivales, antes de cada partido de golf, de las consecuencias que podría tener derrotar al presidente.

En el duelo de mañana entre demócratas y republicanos, Obama contará con la ayuda del vicepresidente, Joe Biden, y Boehner ha escogido como compañero a John Kasich, el gobernador de su Estado, Ohio. Dicen que el resultado es lo de menos, que se trata solo de hacer lo que millones de norteamericanos harán en el fin de semana en el que se celebra aquí el día del padre, la fecha en la que más saturados están los campos en EE UU.

El golf es un entretenimiento masivo en este país, una afición de la clase media. Se calcula que cerca de 30 millones de norteamericanos lo practican. Existen numerosos campos públicos en los que se pueden hacer 18 hoyos por menos de 50 dólares. Obama y Boehner no van a cometer lo que en otros países podría ser una excentricidad y un lujo. 250.000 personas han llegado a Washington para seguir de cerca el US Open. Millones más están pendientes de la televisión.

El presidente estadounidense Barack Obama jugando al golf en el Mid-Pacific Country Club en Kailua, Hawaii. durante sus vacaciones de Navidad de 2010.
El presidente estadounidense Barack Obama jugando al golf en el Mid-Pacific Country Club en Kailua, Hawaii. durante sus vacaciones de Navidad de 2010.GTRESONLINE

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