Una promesa paternofilial
Diego Castro, nuevo jugador del Getafe, tiene un pacto con su padre, el entrenador Fernando Castro Santos, para no coincidir nunca en el mismo equipo
Al fichar por el Getafe, el extremo izquierdo Diego Castro (Pontevedra, 1982) cerró las puertas del club azulón al entrenador Fernando Castro Santos, extécnico, entre otros, del Sevilla y del Tenerife. Es su padre y ambos tienen el pacto de no coincidir jamás en el mismo conjunto. "Sería muy incómodo. Estamos muy bien así y hay bastantes equipos en el mundo como para que cada uno siga su camino", afirma el futbolista. El trato ha provocado que en varias ocasiones sus conjuntos se hayan tenido que enfrentar, pero ellos lo prefieren así. "Nos evita muchos problemas", se justifican. El fichaje del hijo por el Getafe, procedente del Sporting, donde acabó contrato, contrasta con la situación del padre, que en marzo dimitió como entrenador del Pontevedra, club que acabó descendiendo a tercera dos meses después.
El destino quiso que Diego Castro naciera justo el día en que España perdió 1-2 frente a Alemania Federal en el Mundial de ese año. Ese partido fue el primer paso para su eliminación del campeonato del que era anfitriona. Al año siguiente, 1983, su padre debutó en los banquillos como entrenador del Pontevedra, equipo al que dirigiría hasta 1988. Diego Castro comenzó a jugar al fútbol en esa época en su colegio y luego pasó a la Agrupación Juvenil Lérez. Su debut como profesional llegó en el Pontevedra en 2001. Allí jugó dos temporadas, hasta que se fue al filial del Málaga. Antonio Tapia, entrenador del primer equipo blanquiazul que le conocía porque le había dirigido en el filial, le hizo debutar a finales de 2005 en un partido frente a Osasuna.
En 2006, el director técnico del Sporting, Emilio de Dios se fijó en él y lo fichó. "Diego es un futbolista muy bien dotado técnicamente, que maneja muy bien las dos piernas. Tácticamente es intuitivo, inteligente, llega muy bien al área y tiene capacidad de gol", explica en una conversación telefónica De Dios. En Gijón, Diego Castro se convirtió en una pieza fundamental en el regreso del equipo a Segunda. Su primera campaña en Primera con el club asturiano fue brillante: marcó seis goles y recibió el trofeo Molinón de Plata como mejor jugador de la temporada. La 2009-10 fue aún mejor en cuanto a goles: marcó 10, uno más que en la que acaba de terminar. De Dios no tiene ninguna duda de lo que a va dar en su nuevo club: "En Getafe va a aportar un valor añadido por su capacidad para aunar voluntades".
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