El Barça de Guardiola crea escuela
El Barcelona ha redondeado otra temporada histórica con un nuevo título en la competición liguera española y la cuarta Liga de Campeones. El fútbol es una manifestación deportiva en la que se conjugan aspectos muy diversos y de gran complejidad técnica. Y como en cualquier actividad empresarial, los competidores tratan de reproducir el patrón del éxito. Hay por lo menos tres facetas en las que se ha producido un efecto de imitación positivo entre los clubes de la Liga que tratan de reproducir las excelencias del modelo que los dirigentes del Barcelona pusieron en funcionamiento en junio de 2003.
El primero de estos elementos tiene que ver con la calidad del juego y, en consecuencia, del espectáculo deportivo. El Barcelona posee un estilo de juego propio desde la época de Cruyff, que ha tenido sus máximos exponentes con Rijkaard y, especialmente, con Pep Guardiola cuando se hizo con la dirección del equipo en el verano de 2008. Cada vez son más los equipos de la Liga que han visto en este sistema de juego el modelo que seguir.
Incluso la selección española, actual campeona de Europa y del mundo, ha abandonado su peculiar estilo de fuerza y coraje (antaño reconocido como "furia española") por el gusto por el juego colectivo y el buen trato del balón. Los espectadores parece que disfrutan más con este tipo de juego. Buena prueba de ello es que el porcentaje de ocupación media de los estadios es del 78,5% en el periodo comprendido entre las temporadas 2002-2003 y 2009- 2010, con un notable ascenso desde la 2005-2006.
Otro indicador de mejora del espectáculo es el tiempo real de juego, entendido como un aliciente más para el espectador. Uno de los elementos que mejor han contribuido a ello es la disminución de las faltas señaladas por los árbitros. En las nueve últimas temporadas la media por partido ha sido de 17,6 faltas, con una marcada tendencia a la baja. En la temporada que acaba de terminar se han señalado 14,4.
Y si contabilizamos los pases bien dirigidos por los jugadores de todos los equipos de la Liga a lo largo de los últimos años, veremos también que el efecto de imitación ha influido en la mejora de la calidad del juego. Ésta ha aumentado al tiempo que lo ha hecho la efectividad en el pase y las cifras de pases bien dirigidos. El número medio de pases bien realizados alcanza, en esta última temporada, la cifra de 355 por partido. Los jugadores del Barça han anotado el récord con un promedio de 701 pases buenos en 38 jornadas con una efectividad del 88%.
El segundo aspecto que genera el efecto de imitación por parte de los competidores se vincula con la plantilla de jugadores. El Barcelona apostó por la formación a través de La Masia. La formación es integral y combina los rasgos deportivos, educativos y personales preparándoles para el éxito y también para los contratiempos. El valor de estos activos resulta difícilmente cuantificable pues, como consecuencia de las normas contables por las que se rigen las cuentas de los clubes, no queda reflejado ni en el balance ni en la cuenta de resultados, más allá del ahorro que supone la menor necesidad de acudir al mercado de fichajes.
Los valores inculcados a los niños en las divisiones inferiores del Barça permanecen vivos a pesar de los triunfos deportivos del primer equipo. Buena prueba de ello es el detalle del capitán Puyol con su compañero de equipo Abidal en el momento de recibir el trofeo de la Champions, que cobra mayor importancia teniendo en cuenta que también Puyol sufrió y se sacrificó para superar sus molestias en la rodilla y formar parte del once en la final de Wembley. Albert Puig, entrenador del equipo Alevín B, fue premiado por inculcar a sus jugadores el ejercicio de la deportividad cuando les convenció de que se dejaran marcar un gol contra el eterno rival después de que éste hubiera encajado uno pocos momentos antes mientras atendían a un jugador lesionado del Barça.
El tercer aspecto que desencadena un efecto de imitación es el que se refiere a la profesionalización en la gestión y el proceso de toma de decisiones. De la misma forma que los dirigentes que tomaron las riendas del club en junio del 2003 miraban desde la distancia las formas de organización y gestión del Manchester United ?ocupaban, respectivamente, el lugar número 13 y 1 en la clasificación de los clubes más poderosos del fútbol europeo, es decir, mundial? tratando de descubrir cuáles eran los factores de éxito, ahora otros clubes se interesan por el funcionamiento del Barcelona.
La entidad ha pasado, en poco más de ocho años, de facturar 169 millones de euros a presentar un presupuesto de ingresos cercano a los 400 millones, lo que lo sitúa entre los tres clubes con mayores ingresos. A pesar de las diferencias existentes entre ellos, por lo que respecta fundamentalmente a las principales fuentes de generación de ingresos (estadio, derechos de televisión, mercadotecnia y patrocinio), el club ha sabido diagnosticar adecuadamente los elementos clave del éxito económico en una industria tremendamente compleja como es la competición deportiva internacional. Y después de un ejercicio concienzudo de benchmarking (evaluación comparativa) ha apostado por un modelo de crecimiento equilibrado de sus finanzas, especialmente en estos últimos ocho años.
Desencadenar el circuito favorable de interés entre los aficionados y los patrocinadores, conseguir un modelo deportivo asentado en el éxito y retornar con triunfos este esfuerzo a unos y otros ?con un equipo humano de jugadores, técnicos, preparadores, médicos y fisioterapeutas de primer nivel?, solo se consigue perseverando en la estrategia adecuada, recomponiendo las directrices, aprendiendo de los errores, tratando de mejorar de manera permanente y siendo tributario de un abanico amplio y generoso de valores emanados de los propios valores de la práctica deportiva.
Para ello se precisa de una organización eficaz, con la participación de profesionales expertos en cada una de las múltiples facetas en las que se desenvuelve la competición profesional, que tratan día a día de sacarles mejor partido a la capacidad instalada (el estadio, el museo del club, susas instalaciones, a la marca que armoniza la entidad con sus señas de identidad (dando mayor protagonismo al significado del lema "més que un club") y proporcionando elementos de satisfacción a los socios y abonados, así como a la creciente masa de aficionados en cualquier lugar del mundo.
La diseminación de estos tres aspectos va más allá de la élite del fútbol. Es una ganancia colectiva derivada de una forma especial de entender el deporte. Estos beneficios se distribuyen, además, de forma equitativa por los estadios donde se sigue practicando el apasionante juego del fútbol. A los seguidores de este deporte les debe quedar la tranquilidad de que la pasión que demuestran en la defensa de sus colores es perfectamente compatible con lecciones de trabajo, humildad, esfuerzo y generosidad, sin que para ello quede en entredicho la belleza, emoción y competencia para lograr el triunfo. La noche del 28 de mayo en Wembley es un reconocimiento a esta labor colectiva.
Carles Murillo Fort es catedrático de Economía Aplicada en la Universidad Pompeu Fabra.
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