"Querría abrazar a cada aficionado"
Katsikaris afirma que es bueno que "un equipo modesto llegue a la final"
La entregada actitud de la afición durante el partido y su desbordante y contagiosa alegría tras la victoria llegó al corazón del entrenador del Bizkaia Bilbao Basket, Fotis Katsikaris. "Si pudiera abrazar a cada uno de los aficionados lo haría aunque me llevara tres días", dijo emocionado el técnico. Para Katsikaris la de ayer fue la rueda de prensa "más complicada". "Me faltan las palabras", señaló en la comparecencia posterior ante los medios de comunicación.
"Ha tenido mérito ganar así. El Real Madrid ha salido más duro que los otros días. Ha defendido bien y ha hecho un buen trabajo bajo el aro", apuntó el técnico heleno. Pese a lo histórico de la gesta conseguida por su equipo, Katsikaris señaló que su mayor orgullo era haber sido un "buen equipo humano y profesional". "Estoy muy orgulloso de ellos".
La cara opuesta la puso Lele Molin, quien mostró su disgusto por no poder encadenar su tercera final, aunque señaló que la temporada ha sido una mezcla de "buenas y malas cosas". En su opinión, el choque de ayer mostró "más equilibrio entre ambos equipos", por lo que hizo un "buen balance" del choque. Asimismo, alabó la "valentía" y destacó el "deseo de llegar a la final de la ACB. Para Katsikaris, una de las claves de la victoria bilbaína fue que el vestuario estuvo "muy controlado". Es decir, que los jugadores con más experiencia en estos lances ayudaron al resto y la cohesión entre todos fue total. En cualquier caso, el entrenador griego recalcó que la cuestión no fue lo "mal" que hubiera estado el Madrid, sino La buena actuación de los suyos.
Respecto a la final a la que deberá enfrentarse en unos días ante el Barcelona, Katsikaris fue prudente y evitó triunfalismos. "Ahora falta la final y vamos a competir", zanjó. "Es bueno que un equipo modesto llegue a la final", concluyó.
Mientras el técnico hablaba en la sala de prensa, la afición desataba su euforia en las inmediaciones del Bilbao Arena. Precisamente, los aficionados mantearon a Katsikaris al término del partido y gritaron su nombre, reconociendo entre aplausos su labor en el equipo. Muchos no pudieron evitar que se les escaparan las lágrimas. "¡Estamos en la final, estamos en la final!", repetía como para convencerse una joven junto a su grupo de amigos. Un nutrido grupo de aficionados, ataviado con bufandas y camisetas, esperó entre cánticos a cada uno de los jugadores para saludarles y felicitarles. Por ejemplo, a Alex Mumbrú le recibieron al grito de ¡Alex Mumbrú, ídolo local!" o ¡No estamos solos, estamos con Mumbrú!".
Era jueves, un buen día para salir de fiesta, destino casi obligado para las peñas de aficionados que afrontaron con renovadas energías una larga noche que aliviara la tensión del partido. Ahora bien, el objetivo principal de muchos de ellos era cerrar los viajes a Barcelona para asistir a la final. "¿Cómo vamos?", "¿Dónde dormimos?". "La mejor fiesta está por llegar", aseguraba un joven a sus amigos. Como decía la pancarta de las gradas: "Sigamos soñando".
