Campeona, veterana y aspirante
Schiavone, en un momento donde no hay un referente en el tenis femenino, quiere revalidar el triunfo de Roland Garros a sus 31 años
Francesca Schiavone (Milano; 1980) ha representado una bendición para el tenis femenino durante el último año. La italiana se presenta al Roland Garros para defender la corona conquistada el año pasado, cuando le faltaba un mes para cumplir 30 años. A ese triunfo tardío -fue su primer y hasta ahora único Grand Slam- se sumó la victoria en el encuentro más largo entre mujeres de la historia -4h 44m ante Kuznetsova-, que Schiavone logró, dolida en una pierna y tras superar seis bolas de partido, en los octavos de final del primer grande de este curso, el Abierto de Australia. Dos momentos épicos que se echan en falta en un mundo caracterizado por la falta de liderazgo y la ausencia de rivalidades bien perfiladas como las del circuito masculino.
Junto a Venus Williams (ausente en la cita parisina), Schiavone, número cinco del circuito WTA, es la única de las primeras 30 del ranking mundial con más de 30 años. Después del triunfo del curso pasado, que la convirtió en la primera italiana en ganar un grande, ha entrado en el top ten, pese a su edad y a su físico diminuto (166cm por 64 kg). Con el revés a una mano que le caracteriza y un tenis incómodo para las adversarias, desmintió los lugares comunes de su deporte, cuyo patrón moderno es representado por mujeres que rondan los 180 centímetros de estatura y dominan la pista con golpes directos y potentes.
Schiavone llega a París tras caer el viernes en las semifinales del torneo de Bruselas a manos de la número uno del mundo, Caroline Wozniacki. La danesa, de 21 años, nunca se ha hecho con un grande a pesar de liderar el ranking mundial. En un torneo huérfano de las hermanas Williams, ganadoras de 20 grandes, (13 de Serena y siete de Venus) y de Justine Henin, que triunfó en París cuatro veces entre 2003 y 2007 y que anunció su retirada en enero, las otras favoritas son la belga Kimm Clijsters (número dos) y la rusa Maria Sharapova. La primera se llevó en enero el Abierto de Australia y llega justo a tiempo para competir, tras lesionarse en el tobillo en la boda de su primo hace dos meses. La segunda, resurgida en Roma, busca el único trofeo de Grand Slam que falta en su palmarés.
El año pasado, después de haber besado la tierra roja de Francia, Schiavone dijo: "Es un momento único y quiero disfrutarlo, pero habrá otros. Si ganas un trofeo como este, puedes repetirte sin lugar a duda". Palabra de la veterana, de la campeona.
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