El empate más feliz
Athletic y Málaga se retiran encantados, uno por Europa y el otro por la salvación
Dos penaltis en un minuto y pico dieron al Athletic un lugar en la Liga Europa, aunque, de paso, dejaran la salvación matemática del Málaga. En otras circunstancias, las dos jugadas habrían levantado una polvareda de comentarios. Ayer, no. Fue un accidente sin víctimas. Nada que no pudiera arreglarse con un parte amistoso de accidentes, en condiciones.
Nadie se disgustó, aunque el gusto y el disgusto con el balón tienen sus adeptos y sus enemigos. El Málaga, que no es el Barça ni lo pretende, gusta del balón. Lo entretiene, lo amasa. A veces, sí, lo rifa, pero, en general trata de cuidarlo. El Athletic es de otra pasta. Es de los que aprieta el tubo del dentífrico para que salga la crema cuanto antes. Y eso da igual se juegue lo que se juegue. Ayer se jugaba Europa y era el mismo de siempre, el que apenas da tres toques antes de llegar al área, salvo que ande de por medio Muniain, el único inventor del equipo, el científico sabio y loco que busca lo imposible. Antes de que marcara Recio, en el enésimo despiste defensivo del Athletic, el chavalín levantó al graderío con una jugada inverosímil. Se quedó junto a la raya de fondo, de espaldas con dos defensas; se resbaló, se levantó, se inventó una rabona, se fue de ambos y Demichelis no lo permitió ganándose la tarjeta amarilla. No fue una jugada baladí por lo que vino después.
ATHLETIC 1 - ALMERÍA 1
1-. Athletic: Iraizoz; Iraola, Ekiza, Amorebieta, Castillo; David López (De Marcos, m. 78), Orbaiz (Iturraspe, m. 92), Javi Martínez, Muniain; Toquero y Llorente (Gabilondo, m. 82). No utilizados: Raúl; San José, Ibai Gómez y Urko Vera.
1-. Málaga: Caballero; Gámez, Welligton, De Michelis, Eliseu; Recio, Sandro Silva, Apoño, Maresca (Kris, m. 57); Baptista y Juanmi (Fernando, m. 86). No utilizados: Arnau; Seba Fernández, Rosario, Gaspar y Portillo.
Goles: 0-1. M. 43. Recio. 1-1. M. 53. David López, de penalti.
Árbitro: Muñiz Fernández. Expulsó por doble amonestación a Demichelis (m. 53) y amonestó a Eliseu, Recio, Castillo y Orbaiz.
Unos 38.000 espectadores en San Mamés.
Antes de que se resolviera el misterio del partido, dos penaltis en un minuto a favor del Athletic (ambos lo fueron por extraño que parezca), el Málaga estaba dando un repasito sonoro al conjunto rojiblanco. Tenía el balón, el control, el reloj y las ocasiones del partido ante un adversario desorientado, tan previsible que parecía un muñeco a pilas en manos de tipos serios como Apoño, rápidos como Recio o potentes como Baptista.
Verdad es que la energía, a veces, produce chispazos y los tuvo el Athletic en algunas acciones inesperadas, como una falta de David López que Caballero quizá sacó sobre la raya de gol o en un disparo violento de Castillo que también repelió el portero.
Pero el Málaga había creado mucho más con oportunidades de Recio, exquisiteces de Baptista y sobre todo una sensación de poderío que iba minando la moral rojiblanca. Claro que el fútbol tiene sus caprichos. Y tan caprichoso se pone a veces, tan casquivano, que se guardaba una acción singular, casi insólita, en la segunda mitad. Muñiz pitó penalti en un empujón de Demichelis a Llorente que lo pareció tras un saque de falta. Segunda amarilla para el argentino (¿se acuerdan de aquella acción de Muniain?). Lanza el penalti David López y el balón se estrella en un poste, pero Eliseu, según el árbitro, recoge el balón con el brazo y... penalti. En un minuto y pico el Málaga había recibido dos penaltis que parecieron justos y una expulsión innecesaria. Porque David López, que volvió a lanzar, lo hizo al contrario, raso, a una esquina, y batió a Caballero.
Con el punto que le deba la salvación real y un futbolista menos, el Málaga recibió el mensaje y, salvo algunas escapadas, decidió que ya era suficiente, que los experimentos con gaseosa, y el Athletic se fue arriba con la sensación de la Europa conseguida y la ambición de un quinto o sexto puesto que le libre de la eliminatoria de julio. Tendrá que esperar.
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