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Obradovic es inoxidable

La primacía táctica y física del Panathinaikos desactiva a un entusiasta pero limitado Montepaschi de Siena

En el 92 con un legendario triple de Djordjevic que aniquiló al Joventut, en el 94 con el propio equipo badalonés, en el 95 con el Madrid. Y así hasta siete títulos, los últimos cuatro con este Panathinaikos al que ha vuelto a depositar en otra final, la de Barcelona.

Esa es la obra, mágica podría decirse, de un Zeljko Obradovic inoxidable, por el que no parece pasar el tiempo, siempre capaz de sacarse de la chistera la fórmula magistral. Esta vez su víctima fue un entusiasta pero limitado Montepaschi de Siena. Un equipo capaz de desarrollar un juego atractivo y eficaz, pero no lo suficiente para hacer mella en el granítico esquema urdido por Obradovic y su Panathinaikos.

El equipo griego tuvo respuesta para todo. El Montespaschi le quitó el rebote en una proporción exagerada, con diez capturas más al final. Y entre Moss y Zisis dejaron seco a Diamantidis en la primera parte. A casi cualquier equipo del mundo le quitas el rebote de manera tan descomunal, le secas a su figura y queda para el arrastre. Al Panathinaikos no; siempre dobla la apuesta. El Montepaschi jugó por momentos con soltura. Pero ni por esas. Aplicó diversos sistemas defensivos, tiró de muy variadas formaciones y dio foco a casi todos sus jugadores, muy solidarios y con su cuota de protagonismo. Curiosamente, uno de los que más se esperaba tras su excelente despliegue en la eliminatoria de cuartos de final ante el Olympiacos, el ex madridista Jaric, fue el único totalmente apagado, además de un McCalebb muy lejos de su mejor forma tras una larga lesión.

PANATHINAIKOS, 77 - MONTEPASCHI, 69

Panathinaikos: Diamantidis (8), Calathes (17), Sato (6), Fotsis (14) y Vougioukas (6) —cinco inicial—; Perperoglou (5), Batiste (16), Nicholas (3) y Tsartsaris (2).

Montepaschi Siena: Jaric (-), Moss (6), Hairston (12), Lavrinovic (7) y Rakovic (10) —cinco inicial—; McCalebb (7), Zisis (4), Carraretto (2), Kaukenas (13), Ress (-), Akindele (4) y Stonerook (4).

Árbitros: Mitjana (Esp.), Ziemblicki (Pol.) y Lottermoser (Ale.). Eliminaron a Lavrinovic y Stonerook en el Montepaschi Siena por cinco faltas personales.

Parciales: 17-21, 23-15, 16-11, 21-22.

12.000 espectadores en el Palau Sant Jordi.

El equipo italiano dominó con relativa holgura el inicio (17-24) y hasta cerca del descanso. Pero se le torció el partido porque el Panathinaikos reforzó el factor físico. En la defensa, por supuesto, pero también en el ataque, donde primó las acciones en que buscó penetraciones por la brava y movimientos de tiro percutiendo casi en los defensores del Siena. Forzó un saco de faltas, especialmente de los pívots. Rakovic y Lavrinovic acumularon lastre demasiado temprano, Stonerook se les añadió poco después. El panorama era definitivamente amenazador cuando faltaba un mundo por jugarse. La prematura eliminación de los dos últimos supuso un grave inconveniente para Pianigiani.

El Panathinaikos llevó el partido a su terreno: juego trabado y caparazón defensivo hermético. El marcador se estancó en un tercer cuarto en el que cada canasta parecía una hazaña, sobre todo las del Montepaschi que por momentos hizo recordar su fatídico récord de 9 minutos en toda la primera parte de su primer partido de cuartos de final ante el Olympiacos. De esa fase salió definitivamente lanzado hacia la victoria el Panathinaikos 52-40), con una espléndida ejecución de Calathes, Batiste y Diamantidis, que sumó nueve asistencias. Formaron su mascarón de proa, con permiso de Obradovic, por supuesto.

Stonerook, dle Montepaschi, lucha por un balón con Sato, del Panathinaikos, durante la semifinal de la Euroliga.
Stonerook, dle Montepaschi, lucha por un balón con Sato, del Panathinaikos, durante la semifinal de la Euroliga.ANDREU DALMAU (EFE)

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