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Reportaje:

Roversio recupera su fútbol

El zaguero, que en 2008 se rompió la rodilla durante un partido de Copa, pone fin a su calvario con la titularidad en el Betis

Ocurrió el 13 de noviembre de 2008, pero Roversio Fernandes (Igarassú, Brasil; 1984) lo recuerda como si hubiese sido ayer. "Tuve miedo, nunca había sentido un dolor así", evoca el defensa, al que todavía le recorre un escalofrío cuando reconstruye la acción. "Uche (Getafe) y yo saltamos a por un balón dividido, despejé y al caer noté que se me hacía trizas la rodilla", relata el central; "después, sentí frío, mucho frío". Aquella fatídica jugada, que tuvo lugar en un partido de Copa frente el Getafe, cuando aún defendía la camiseta de Osasuna, pudo costarle la carrera al futbolista, cedido ahora en el Betis. Pero no fue así.

"Yo estaba en el campo y fue sobrecogedor. ¡El chasquido se oyó desde la banda!", recuerda Juan José Lorenzo, por entonces secretario técnico del club navarro y artífice de la llegada del jugador a la Liga. "Tuvo muy mala suerte. Cayó mal y acto seguido se desplomó. Podría haber sido una lesión leve, o una simple torcedura, pero le ocurrió lo peor", señala Lorenzo, que unos meses antes no dudó en ir a Portugal y extender un cheque de 600.000 euros para reclutar a un zaguero imponente que sobresalía en las filas del Paços Ferreira y que previamente también lo había hecho en el Gil Vicente.

"Arranqué muy bien, de maravilla, pero después de la lesión todo se torció", apunta Roversio, que en los 105 partidos que disputó anteriormente en Portugal apenas había sufrido algún que otro rasguño. "No se había roto ni una uña", corrobora Lorenzo, "pero la lesión de la rodilla le hundió", certifica. Aquella caída le pulverizó la rodilla derecha. En concreto, el ligamento cruzado anterior, el ligamento lateral izquierdo y el menisco externo. En total, más de ocho meses alejado del césped, 250 días envueltos entre sufrimiento, médicos e interminables sesiones de recuperación.

"Lo primero que le pregunté al doctor era si iba a volver a jugar al fútbol", admite el jugador, que a su regreso, ya en verano de 2009, se encontró con la puerta del vestuario cerrada a cal y canto por el técnico José Antonio Camacho. "Estaré agradecido de por vida a Osasuna, pero él... Él nunca habló conmigo, no me dio ninguna explicación", admite en tono resignado. Sí encontró acomodo en el Betis, que firmó su cesión, con una opción de compra de 1,5 millones, hasta el próximo mes de junio. Allí, a orillas del Guadalquivir, bajo la tutela de Pepe Mel, el sol y la pelota le han devuelto la sonrisa.

"Está perfecto", acredita Tomás Calero, jefe de los servicios médicos del Betis y que supervisa de forma milimétrica cada paso del jugador, que jugó solo 12 partidos en dos años con la elástica rojilla. Este año, Roversio sigue un plan específico de trabajo que le ha dado continuidad sobre el terreno de juego (acumula 18 partidos y 1.285 minutos) y le ha consolidado en el eje de la zaga. "He sido un poco infeliz, pero aprendí muchísimo con la lesión y ahora soy más fuerte", explica el brasileño, un torreón de 1,87, todo fibra.

"Vine aquí para tener minutos y ganar confianza. He tenido algunas molestias [dos roturas fibrilares], pero me encuentro mejor que nunca y mi objetivo es ascender con el Betis", apunta con la misa rotundidad con la que defiende. "Es un central poderoso, que domina el juego aéreo con autoridad y que, pese a su altura, es muy rápido", añade Lorenzo. De semblante serio y mirada tímida, no responde al prototipo de jugador brasileño conflictivo, más allá de su gusto por la samba y el pagode. Bien lo sabe Mel, su entrenador, que le ha dado carrete en la recta decisiva de la temporada.

"Él no se rige por los nombres. No le importa si tienes experiencia o eres uno del filial. El que aporte más, el que esté mejor, juega", aclara el futbolista, que esta campaña ha anotado tres goles y cuyo espejo es Rio Ferdinand, central del Manchester United. "Lo tiene todo", dice; "un defensa no puede volverse loco y debe hacer las cosas sencillas porque una mala decisión te condena. Detrás de ti solo está el portero". Como el jugador del Mufc, Roversio atesora una carrocería de acero, pero, como el inglés, su musculatura tiende a quebrarse. "Confío en que las cosas cambien", asegura.

Renovado, con 10 partidos completos a sus espaldas este año y religioso acérrimo, el brasileño no ha perdido el ritual que le acompaña desde que debutase con la camiseta del Sport Recife en 2003. "Le pido a Dios que no me castiguen las lesiones, me ajusto las botas y siempre entro con el pie derecho al campo", desvela. Calzado embetunado, con el 6 en la camiseta, escala unos peldaños, deja atrás el miedo y sale por el túnel. "Jugar lo cura todo", remata.

Roversio se duele sobre el césped tras romperse la rodilla en 2008.
Roversio se duele sobre el césped tras romperse la rodilla en 2008.
Roversio festeja un gol con el Betis.
Roversio festeja un gol con el Betis.DIARIO AS

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