En Valencia, todos amigos

La fiesta y la concordia reinan en Valencia a pocas horas de la final de la Copa del Rey. El ambiente comienza a caldearse en la ciudad, donde esta noche el Barcelona y el Real Madrid se disputarán el trofeo, azuzados por entre 45.000 a 50.000 aficionados. A primera hora de la tarde ya se veían bandadas de hinchas azulgranas y blancos, que deambulaban por las calles con cánticos de ánimo a sus respectivos equipos. Hay buen rollo y algún incidente: la delegación del Gobierno ha señalado que la policía ha detenido a cuatro personas por desorden público - tres del Barça y uno del Madrid-. También minutos antes del encuentro varios aficionados han lanzado botellas y ha tenido que cargar la policía.

"A ver si les dais una paliza, hombre", le dice espontáneamente un valenciano a dos hinchas madridistas que se cruza por la calle. Ocho seguidores del Real Madrid que almuerzan en una taberna vasca "un arrocito" presumen de victoria cuando todavía faltan más de seis horas para el encuentro. Han llegado en AVE y sus planes son sencillos. "Copas, visita a la carpa del Real Madrid, copas, partido y más copas hasta las 6.40, cuando que sale nuestro AVE rumbo a Madrid", comenta uno de ellos.

Reina la convivencia en la ciudad entre las hinchadas de ambos equipos. "5 a 0", pronostica un aficionado culé que ha viajado con 16 amigos más para ver el partido. Su objetivo, después de comer en el centro es la carpa que el Barça tiene instalada en el distrito universitario de Valencia. "Esperamos que haya un auténtico fiestón", confiesa. Como ellos, la mayoría de asistentes han llegado por carretera, pero el tren también ha jugado su papel. Renfe calcula que un 25% de los aficionados han desembarcado en AVE o Euromed, en torno a 10.000 personas. El ente público ferroviario Adif ha querido obsequiarles con pequeñas botellas llenas de agua de las fuentes de Canaletas y de la Cibeles -lugares donde las aficiones de cada uno de los equipos finalistas acostumbran a festejar sus victorias-. No es apta para el consumo, advierte y, según el manual de instrucciones, hay que echársela por encima cuando el árbitro pite el final.

Antonio, Alejandro, David, Pablo y Cristóbal son todos hinchas madridistas que se han conocido en la ciudad. Uno viene de Tenerife, otros proceden de Granada, Alicante, Córdoba y Madrid. Han llegado en avión, en tren y en coche. Sus acentos son distintos pero su pasión es la misma, el Real Madrid. "1-2", vaticina Antonio. A pocos metros, un grupo de 17 aficionados azulgraans se muestran más eufóricos y pronostican un 5-0, como ocurrió en el partido de ida de la Liga en el Camp Nou.

En los accesos a Valencia se juntan a estas horas los ciudadanos que huyen de la capital del Turia en el arranque de las vacaciones de Semana Santa con las colas de vehículos llegados de Barcelona y Madrid cargados de aficionados que acuden a presenciar la final. Los atascos durarán todavía unas horas. Las calles cercanas al campo de Mestalla llevan ya unas horas cerradas por motivos de seguridad y también están provocando problemas de tráfico.

Las carpas, que hacen de polos de concentración de las dos aficiones, están a una distancia similar del estadio de Mestalla. Los del Madrid, se instalan en el Jardín del Turia, junto al Paseo de la Alameda y sus cánticos se hacen oír desde bien lejos. En el campus de Tarongers, donde la Universitat de València ha reservado 40.000 metros cuadrados de espacio, tiene su cuartel general la afición barcelonista. Hay largas colas para pintarse con los colores de guerra. Laura, de 13 años, es una de las que guardan cola. Ha llegado a la ciudad en moto con su padre, Plácido, de 40 años, natural de Albacete y residente en Barcelona. Plácido pronostica también un 5-0. Cuando se le pregunta por qué, contesta que se lo ha dicho el mismo presidente del Barça. "Me lo ha dicho Rosell esta mañana cuando ha llegado el equipo al aeropuerto", asegura. En el aprovisionamiento de camisetas y bufandas triunfa el número 10 de Messi.

La policía informa de que no ha habido hasta ahora incidentes. Los prolegómenos de la Copa son una fiesta.

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