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TENIS | TORNEO DE MONTECARLO

Sol y sombra

Nadal arrolla a Nieminen en su debut en Montecarlo, y Verdasco se despide ante Robredo, su sexta derrota a la primera en nueve torneos

No pesaron la losa de los récords, el grillete de los puntos ni la presión de la historia: Rafael Nadal venció 6-2 y 6-2 al finlandés Nieminen en su debut en el torneo de Montecarlo, como si la opción de ganar el séptimo título seguido en el Principado, la presión de defender 5.000 puntos en un par de meses y la posibilidad de repetir el histórico Slam de tierra conquistado el año pasado (Montecarlo, Madrid, Roma y Roland Garros), no fueran con él.

El torbellino mallorquín ganó los primeros ocho puntos (2-0) y convirtió el encuentro en un compendio de brillantes peloteos para los resúmenes televisivos, pero sin la enjundia necesaria para medir su adaptación del cemento a la tierra. En tercera ronda aguarda el francés Gasquet, que abrumó a Guillermo García López (6-2 y 6-1), y es un enemigo que le incomoda: viejo rival de juventud, pesan más los recuerdos, incluida una lesión sufrida contra él en San Juan de Luz 2003, cuando ambos eran unos junior, que los resultados (7-0 para el mallorquín en los enfrentamientos particulares).

Eso, resultados, es lo que siguen faltándole a Fernando Verdasco, el número ocho, que muy difícilmente mantendrá su lugar entre los diez mejores: finalista el curso pasado en Montecarlo, el madrileño cerró su participación de 2011 a la primera, apeado por Tommy Robredo (6-4 y 6-3). No es una anécdota. Su derrota forma parte de una estadística preocupante, que dibuja una crisis de aúpa en un jugador que puede ser brillantísimo: de nueve torneos que ha disputado en 2011, Verdasco ha perdido a la primera en seis.

David Ferrer, por su parte, abrumó a Feliciano López (6-2 y 6-0) y confirmó un inicio de curso tremendo, lustroso de resultados y juego, que le debería catapultar hasta cumplir con uno de los pocos sinsabores de su carrera. El objetivo está claro, lograr un resultado de los que se cuentan en los libros de historia en Roland Garros. El sueño, diáfano: el Godó de Barcelona.

Nadal, durante el partido contra Nieminen.
Nadal, durante el partido contra Nieminen.LIONEL CIRONNEAU (AP)

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