Los coches míticos de la F-1 toman Montmeló
El Circuito de Cataluña recupera hasta el domingo el 'espíritu de Montjuïc' con una carrera de bólidos históricos de las décadas de 1950, 1960 y 1970
Hace más de 30 años que la montaña de Montjuïc de Barcelona dejó de ser un circuito de fórmula 1. Allí se vivió una época dorada, en la que ni el paddock era el sancta sanctórum que es ahora, ni los coches eran escondidos en la línea de los talleres para que los demás no les copiaran nada. En eso se ha convertido ahora la F-1. Pero entonces, cualquier aficionado podía acercarse a los monoplazas y era relativamente fácil poder entablar una conversación con algún constructor, propietario de escudería o incluso con los pilotos.
El Circuito de Montmeló inaugurado en 1991, no ha vivido nada de todo eso. Su construcción fue la consecuencia de la evolución de la F-1 y de las exigencias en temas de seguridad. La última carrera de Montjuïc se disputó en 1975 y hubo varios incidentes que obligaron a cerrarlo: Emerson Fittipaldi se negó a correr alegando falta de seguridad; y Rolf Stommelen sufrió un grave accidente cuando se le desenganchó el alerón trasero de su coche y salió volando hacia una zona prohibida en la que, sin embargo, mató a cuatro personas.
Fue una tragedia, un final inesperado para un trazado que marcó de forma ineludible la historia de la F-1 en España. Sin embargo, el recuerdo de Montjuïc va mucho más lejos de su final. Allí se vivieron historias preciosas, momentos inolvidables, carreras para el recuerdo. Y fue allí donde se consolidó el interés inicial por la F-1 que se había despertado en el circuito de Pedralbes, en los años cincuenta. Fue gracias a todo ello, que el Real Automóvil Club de Cataluña (RACC) convenció a las autoridades de la Generalitat de Cataluña para que se decidieran a construir un nuevo circuito. Y surgió Montmeló.
Ahora, el Espíritu de Montjuïc pretende que los aficionados más jóvenes, aquellos que nunca estuvieron en la montaña mágica, puedan recuperar el tiempo perdido y vivir escenas inéditas para ellos pero habituales para los más veteranos. Coches como Ferrari de Jacky Ickx de 1973, el Brabham de Carlos Reuteman, el Tyrrel de Jackie Stewart o el BRM de Niki Lauda de la misma época estarán en el circuito de Cataluña, pilotados por sus propietarios actuales. Gente que se gastó un montón de euros para comprar aquellos vehículos históricos y los mantiene vivos, cuidados como si fueran nuevos. Como ejemplo, baste decir que Ferrari pone a la venta los F-1 de temporadas pasadas -que la misma fábrica cuida y desplaza a los circuitos- con precios que oscilan entre uno y tres millones de euros.
Desde hoy y hasta el domingo, en Montmeló se disputarán carreras de F-1 clásica, con los míticos Tyrrell, Lotus, BRM, McLaren, Matra, March, Williams y Surtees, de GTs -Porsche y Ferrari participantes en Le Mans-, de Turismos, Interseries, motos y coches del Grupo C. Entre los vehículos más espectaculares destacarán el Lotus John Player Special equipado con un motor Cosworth de tres litros y 8 ciclindros, con el que fueron campeones Graham Hill, Jocken Rindt, Jackie Stewart y Emerson Fittipaldi. El Ford GT 40 con el que en 1968 la Escudería Montjuïc ganó las 6 Horas de Barcelona. Y también podrá verse el Porsche 917K que pilotó Derek Bell en los 1000 kms de Barcelona y que participó en la película Le Mans (1971), conducido por el actor Steve McQueen. En total, más de 200 coches y motos que competirán en Montmeló y que los aficionados podrán ver y tocar en el paddock.
Montmeló se convertirá en una gran fiesta, amenizada con grupos que tocarán la música de las décadas de 1960 y 1970, con paradas de recambios, expositores de coches de todas las marcas, ropa, coleccionismo, maquetas y profesionales del sector de los clásicos. Y la organización quiere brindar también un homenaje a los pilotos de la Escudería Montjuïc.
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