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El tacto del 'buleta'

Nadal y López caen ante Federer y Wawrinka en semifinales de dobles de Indian Wells

La pareja de campeones olímpicos sobrevivió al dúo español: los suizos Roger Federer y Stan 'The Man' Wawrinka ganaron anoche (7-5 y 6-3) a Rafael Nadal y Marc López. Pasó en semifinales de Indian Wells, donde esta noche el mallorquín, que cometió doble falta en punto de set, busca la final contra el argentino Juan Martín del Potro. La carga por la defensa del título logrado en 2010, sin embargo, había arrancado antes. Hay que mandar la vista atrás y retrotraerse a Charleroi. Durante el Bélgica-España de Copa Davis, Nadal se presenta junto a Albert Costa ante la prensa. Al seleccionador le preguntan quién jugará el dobles, que puede ser decisivo, contra los belgas. "¿El 'Buleta' (bolita en catalán), no?", se ríe el mejor tenista del planeta. Buleta es Marc López, el número 14 del mundo, un tenista de raqueta fina que es algo más que su sparring, mucho más que su compañero, amigo y confidente en aquellos días grises de Bélgica: es la vista y el tacto de su equipo de dobles.

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"Marc es muy listo. Tiene muy buena vista y mucha habilidad, mucha mano", explica Toni Colom, Colombo, que acompañó a Nadal en sus viajes cuando era un niño y ahora comparte con él y sus sparrings decenas de entrenamientos. "Marc esconde el tiro hasta el final. En la pista, ve la posición del contrario al otro lado de la red y del compañero en su lado. Otros no: focalizan la vista en su tiro sin percibir lo que ocurre a su alrededor". Con esa capacidad, ¿por qué no se ha dedicado al individual? "Porque allí influyen más otros factores, como los físicos y mentales". López mide 1,75m y pesa 71 kilos. Es un talento encerrado en un cuerpo corriente.

El tenista catalán (Barcelona, 1982) ha ganado cinco títulos como doblista. Tres de ellos (Doha 2009 y 2011, además de Indian Wells 2010), los logró con Nadal. Eso le ha reportado más de un millón de dólares en ganancias. También, otras satisfacciones más terrenales. Durante la pretemporada, cuando los curiosos se agolpaban alrededor del pabellón de tecnificación de Manacor, López estaba dentro, entrenando a Nadal para el asalto al Abierto de Australia. Durante muchos torneos, cuando los aficionados se empujan buscando ansiosamente al ídolo con la vista, él comparte con la estrella el vestuario. Y durante su día a día, mientras muchos se envaran ante el número uno del mundo, rodeándole de atenciones, López disfruta de la normalidad del clan Nadal, en el que él es uno más.

Un día, encerrados tras el código secreto que abría la puerta de su vestuario individual de la Copa de Maestros 2010, disputada en Londres, los dos amigos levantaron la vista de sus ordenadores y decidieron hablar 'en serio'. Nadal es madridista. López, según se deduce de sus argumentos, del Barcelona. La discusión, en tono de broma, no entendió de grados. Fue, cosa rara en el mundo de las estrellas, entre iguales.

Así, bebiendo de esa complicidad que nace fuera de las pistas, los dos tenistas han formado una pareja que podría hacer estragos. El número uno aprovecha para romper a jugar en los torneos y adaptarse a las pistas ("Puedo ser más agresivo al resto, y puedo practicar el saque un poco; juego para mejorar en el individual"). López, para avanzar en su especialización como doblista de alto nivel. Una cosa pone en perspectiva su capacidad como pareja: nueve de los diez mejores del mundo se inscribieron para jugar el dobles en Indian Wells, atraídos por los jugosos premios (7.000 dólares en primera ronda y más de 200.000 por el título) y por la posibilidad de habituarse a la pista. Entre todas esas poderosas duplas, a las que se sumaron las de los especialistas, destacaron los españoles. Solo les detuvieron los campeones olímpicos.

Nadal y Federer se saludan tras su enfrentamiento de dobles.
Nadal y Federer se saludan tras su enfrentamiento de dobles.MIKE NELSON (EFE)

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